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El último vestigio de una ría industrial

El Calieru, a punto de reformarse para uso del Club de Piraguas, es de los pocos símbolos que la Villa conserva del comercio en el estuario

Estado actual del edificio, a la entrada de Villaviciosa. MARIOLA MENÉNDEZ

El edificio del Calieru, que ahora se proyecta rehabilitar, es uno de los símbolos que aún permanecen en pie del esplendor de la ría de Villaviciosa como canal de comunicación y transporte de mercancías. El comerciante maliayés Ramón Peón "Campín" ordenó construir estas instalaciones en los años 20 del siglo XX en la margen izquierda del estuario para utilizarlas como almacén de cereales y coloniales a gran escala. El comercio y la industria utilizaban la vía marítima, porque era una alternativa de mucho más idónea que las ineficientes comunicaciones terrestres de la época.

En 1939 la propiedad del Calieru cambió de dueño y Valle Ballina y Fernández (Sidra El Gaitero) compró el edificio. Durante un tiempo lo destinó a actividades industriales de la fábrica, ubicada unos 300 metros más allá, pero en la margen derecha, en La Espuncia, Unos años después dejó de utilizarse como almacén y las instalaciones acabaron siendo cedidas como sede al club de piraguas, que empezaba a despuntar y a consolidarse. Necesitaban un local a la vera de la ría, pues tenían que dejar las piraguas bajo la panera del caserío de Santa Bárbara, situado próximo al Calieru. Se cambiaban de ropa en una cuadra sin uso del mismo caserío.

Como el inmueble está en dominio público, pasó a ser propiedad del Estado, que otorgó una concesión de 30 años prorrogables a sus legítimos dueños. El Gaitero renunció para que pudiera ser cedido al Ayuntamiento para acometer la urgente rehabilitación integral que necesita y lo use el Club de Piraguas.

El deterioro del Calieru se ha sucedido en paralelo a la pérdida de peso del estuario como canal de comunicación y de transporte de mercancías por vía marítima. El arquitecto y estudioso Juan Pedrayes recuerda que el edificio debe su nombre a unos calieros (o caleros) que había en la zona. Por aquel entonces la cal era muy demandada para abonar la tierra y en la construcción, hasta que dejó de emplearse en los cultivos y fue sustituida por cemento en los años 60 del pasado siglo. Pedrayes destaca que en el siglo XVIII la cal salió de Villaviciosa para abastecer las obras del arsenal y los astilleros del Ferrol (A Coruña) y también para otras partes de Galicia. "Era cuando la ría se usaba como medio de transporte. Al igual que hizo Carlos V, que llegó en lancha a Villaviciosa (en 1517) aprovechando una marea", destaca el historiador, que añade que "el origen de la Villa es un puerto de fondo de ría", a lo que sucedió la construcción de un puente, un castillo y finalmente la pola.

Hasta finales de los 50, El Gaitero seguía enviando su producción por mar en gabarras, que llevaban la mercancía hasta el puerto del Musel, en Gijón. De Villaviciosa salía cal, sidra o carbón procedente de la mina de Viñón, en el concejo vecino de Cabranes. Pero la crisis llegó en los 70, "cuando desapareció el cabotaje". En aquella época el Puntal era un "puerto con movimiento", ahora es deportivo.

El estudioso de la historia local Senén Rivero añade que en el siglo XIX se produjo el desarrollo industrial, del comercio y el intento de industrialización de Villaviciosa con empresas como El Gaitero, Vigil Blanco y R.Monte "La Tierrina" o la azucarera. Por la ría maliayesa también se daba salida al carbón que procedía de las minas de Lieres (Siero) y llegaba en carros por la Campa hasta el Puntal. El primer proyecto de construir un ferrocarril en Asturias es de 1848, explica, entre Sama y Gijón con un ramal a Villaviciosa. Pero fracasó, al igual que hicieron el resto de proyectos posteriores como el que promovió Cabanilles hasta Tazones, otro hasta el Puntal o el de las Cinco Villas, a principios del siglo XX, a pesar que fue el que estuvo más cerca de cuajar.

Las mantequeras de Amandi, Grases y Breceña también preveían exportar sus productos ría abajo. Rivero recuerda que el ministro de Fomento de la época, el maliayés Alejandro Pidal y Mon, planteó la canalización de la ría. Le encargó el proyecto al vasco José Lequerica en 1886. El plano que entonces diseñó cuelga desde hace más de cinco años en el salón de Plenos del Ayuntamiento. El plan naufragó, a pesar de los intentos de la burguesía maliayesa por hacer también un puerto en el puente Huetes, además del de refugio del Puntal. Pero no era rentable. Así, hasta hoy, cuando la ría es hoy uno de los humedales con mayor interés ornitológico y ambiental del norte de España.

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