La parroquia de Bonielles, con una extensión de 5,87 kilómetros cuadrados y menos de 200 habitantes, tiene algunas singularidades que la hacen única en su entorno, y que la convierten en una pequeña tierra de contrastes. En esta pequeña parroquia marcadamente rural, que se diferencia de otras del municipio en que apenas ha habido desarrollo residencial, el mundo agrario sigue teniendo mucho empuje, pero junto a esta actividad agraria resuenan también -y esto debe tomarse en sentido literal- los ecos de otra que siempre se ha caracterizado por su condición marcadamente urbana: el rock.
La culpa de su condición agrícola la tienen dos factores: la vocación de sus vecinos y el clima. En Bonielles la niebla se deja ver mucho menos que en cualquiera de los valles y lomas que tiene alrededor y, además, es rarísimo que haya heladas. Lo explica el joven Erik Martínez en su explotación agraria:" muchos inviernos, a un paso de aquí, hay unas heladas tremendas, que se ve todo el campo blanco como si hubiera nevado, y sin embargo aquí no está helado".
Esta ventaja favorece la agricultura. El joven Erik tiene una explotación en la que cultiva árboles y plantas para vender a tiendas agropecuarias y otros establecimientos por toda Asturias. En su caso, siguió con el trabajo de la empresa familiar, lo mismo que Iván Prado, ganadero, que se ha hecho cargo de la explotación de más de 80 vacas de leche heredada de su padre, que a su vez había heredado del suyo. Para ambos, la opción de quedarse en el campo es vocacional.
En el caso de Iván Prado, quedó más que claro cuando tenía ocho años y, ante la perspectiva de que su padre vendiese la ganadería, lloró lo justo para conseguir que las vacas se quedasen donde estaban.
También lleva un negocio familiar Rubén García Pérez. En su caso, se trata de un taller de venta y reparación de maquinaria agrícola. "La empresa familiar es lo que mejor conocemos y nos quedamos con ello", explica. Todos están contentos de estar en su tierra.
Esa tierra fértil que, gracias a las buenas temperaturas, tan buenos frutos da, también parece espacio propicio para la música. Pablo Martínez, uno de los puntales del grupo "Desakato", tiene a gala ser de Bonielles. Allí tiene un estudio de grabación profesional en una antigua nave de su familia que llegó a ser escuela de cantería. Desde la nave se avista el valle de Bonielles, que fascina siempre a quienes acuden al estudio a grabar. "Ya les gusta a los asturianos, así que los madrileños y la gente de ciudad se quedan alucinados", señala Pablo.
El grupo "Desakato" se ha hecho un hueco en la escena musical española, con una presencia abrumadora en los festivales más prestigiosos del rock patrio, como el Viña Rock o el Rivas Rock, donde compartieron escenario con los grandes.
Tampoco le faltan a Bonielles muertos ilustres, como Alejandro Mon y Menéndez, un político y jurista español, ministro de Hacienda en varias ocasiones en el siglo XIX.
Pero, en todo caso, lo más importante es que los que están vivos lo están mucho, y lo disfrutan. "Este es un pueblo muy disperso pero muy unido, eso es lo mejor", concluyen.
