La intención es dinamizar el Museo de la Sidra, en Nava, para sacarlo de la crisis principalmente económica y de gestión en la que está sumido. El presidente de la Fundación de la Sidra, Juan Cañal, reclama que cualquier actividad relacionada con el sector "debe hacerse allí". Y la Buena Cofradía de los Siceratores se ha aplicado tomando nota. El jueves organizaron una cata de manzana para la elaboración de sidra que tuvo gran éxito. Quien dirigió la degustación fue Enrique Dapena, responsable del programa de Fruticultura del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida). Probaron siete variedades, cuatro del catálogo de la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias y otras tres, del programa de mejora genética del Serida. Dos de ellas eran amargas, un tipo muy demandado por el sector por su escasez, y una ácida.

Según Dapena, "la oportunidad de degustar amargas resultó interesante a los lagareros", que llevan años reclamándolas, y la cata fue además una oportunidad por la amplia gama de sabores que ofrecen las destinadas a la elaboración de sidra. Por su sabor y aroma tuvo bastante éxito la variedad perico, semiácida, y de mejora genética.

Los participantes en la cata tuvieron que puntuar los atributos de aroma, harinosidad, crujiente, jugosidad, cantidad de azúcares, acidez y amargor de cada una de las piezas de fruta. Les sirvió para distinguir bien las manzanas dulces, de las amargas y ácidas. En concreto, probaron las variedades: verdialona, regona, raxao, perico, dos descendientes de clarina y durón de Arroes, así como un cruce de raxao con un clon de producción muy regular. Tras la cata, se abrió una mesa redonda para analizar el presente y futuro del sector. La actividad concluyó con una prueba de sidra y queso. Nava volvió a presumir de su bebida emblema.