La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ideas vascas para el Museo de la Sidra

El Sagardoetxea de Astigarraga, más pequeño que la instalación de Nava, se asegura 12.000 visitantes anuales con una intensa promoción y variadas actividades

El "txotx" o espicha en una de las sidrerías de Astigarraga. MARIOLA MENÉNDEZ

El Museo de la Sidra de Asturias, en Nava, está inmerso en una severa crisis, económica y de gestión, de la que el patronato de la fundación que está al frente trata de sacarlo. Un referente cercano y de éxito es el Sagardoetxea o el Museo de la Sidra Vasca de Astigarraga, que visitan al año unas 12.000 personas. Es una cifra nada desdeñable, pero menor que las 18.000 que pasaron por el de Nava el año pasado. No obstante, hay que tener en cuenta que aunque Asturias es una comunidad uniprovincial bastante menor que el País Vasco, la tradición sidrera es mayor y está más extendida y generalizada. Donde ha perdurado y sigue más viva en Euskadi es en Guipúzcoa, concretamente en la zona de Astigarraga -la cuna- y Hernani.

¿Dónde está su éxito? En la promoción que hacen de su museo, y eso que tiene otra desventaja con respecto a su hermano naveto: que es más pequeño. Pero allí venden mejor las excelencias de su sagardoa y su cultura. Han sabido completar la visita al centro con otras actividades, que es en lo que, en opinión del sector sidrero asturiano, ha fallado el de Nava. Por ejemplo, ofrecen un paquete turístico para conocer la relación de la sidra con el mar que incluye, además de ver el Sagardoetxea, pasarse por el Aquarium y a la Factoría Marítima Vasca de Albaola en San Sebastián, así como un paseo en barco. La propuesta se completa con una comida o cena en una sidrería. Todo por 55 euros. Otra oferta es realizar un paseo temático a pie sobre la cultura sidrera desde 25 euros o un combinado sidrerías y queserías a partir de 30 euros. Son sólo algunos ejemplos de cómo los vascos promocionan su sidra.

Aparte, son capaces de sacarle gran provecho a un museo de la sidra más modesto que el naveto. La primera parada en el Sagardoetxea es visitar el manzanal -para los asturianos pumarada-. Es un espacio didáctico en el que muestran los sistemas de cultivo, variedades de manzana o injertos. Ya dentro de las instalaciones, el visitante conoce a través de paneles, maquetas, vídeos y algún utensilio tradicional la tradición y elaboración de la sidra, que las guías se esmeran en explicar.

El ritual del "txotx" -aquí espichar- es clave para entender su cultura sidrera. Ofrecen una cata de sidra de varios toneles, licores y mostos de manzana. En el puente de diciembre dieron, por ejemplo, a los visitantes sardinas viejas y castañas, lo que allí llaman el "barrikote" y aquí magüestu.

Aunque las instalaciones del Museo de la Sidra de Asturias necesitan modernizarse, tienen enorme potencial para acoger actividades. Entrar cuesta 4 euros y la visita, que incluye un culete, es muy completa. Empieza en la polinización de las abejas, que están en un panal, y con la manzana que recibe el visitante comprobará el proceso de elaboración. Les explican el moderno y el tradicional, además de la cultura sidrera que va desde las romerías, al chigre, la bolera, la gaita, otras sidras y otros lugares y un desván con piezas antiguas. Ofrecen ensayar el escanciado con agua.

Compartir el artículo

stats