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Pollos de Pravia en su "Gran hermano"

"Yo me los pongo en la tableta", dice una alumna de 2.º del colegio Santa Eulalia de Mérida, donde vigilan a sus polluelos de pita pinta desde casa por webcam

Pablo Ruiloba, Hugo Arias, Iratxe Díaz, Claudia Martínez, Jorge García, Shamira Boj, Nahia Leal y Candela Torres con los pollos, en Pravia.

Pravia, S. ARIAS

Son la locura del cole. No les falta de nada, ni comida ni agua ni mimos. Ni cuidados las 24 horas del día, porque viven en una especie de "Gran hermano" al estar controlados por cámaras, que permiten seguir su evolución a los alumnos desde casa.

Los pollos de raza pita pinta que están naciendo en el colegio público Santa Eulalia de Mérida de Pravia son los auténticos protagonista del centro. Generan tanta atracción entre el alumnado que el colegio organiza visitas al aula de segundo curso para que todos puedan aprender y disfrutar de los animales, cuyos huevos han sido cedidos por la Asociación para la recuperación de la pita pinta asturiana (ARRPA). "Son muy guapos, me gusta verlos nacer y crecer", afirma Nahia Leal.

Los huevos llegaron hace unas semanas al aula en una incubadora. Los niños han seguido con mucha atención su evolución, incluso desde casa. Los pollos están grabados las veinticuatro horas del día con una webcam y los alumnos pueden observarlos desde el sofá después de hacer los deberes, puntualizan. "Yo los veo mucho, me los pongo en la tableta", indica Claudia Martínez.

Pero lo mejor de todo es poder presumir con la familia y amigos del proyecto de Ciencias Naturales. Así se convierten en los mayores expertos de esta raza autóctona y difunden sus características. "Los enseñé y me dijeron que a ver si los llevaba para casa", comenta Ángel Arniella.

Una vez en clase, los pequeños deben hacerse cargo de sus polluelos, a los que alimentan con pienso de maíz y agua. "El pienso lo tenemos en una bolsa y les vamos dando poco a poco", señala Aurora Hermida. Además, deben guardar silencio para no molestar a los pollitos y mantenerlos siempre bajo la luz de un foco. También se ocupan de que la incubadora ni supere ni baje los 38 grados centígrados: "Tenemos que darles el calor como lo harían sus madres", dice Rafael Gabárrez.

Cuando comenzaron a nacer, se desató la locura por la pita pinta. "Cuando llegué vi que había un huevo rajado, empezó a abrirlo y ya sacó un ala con mucha fuerza", recuerda Candela Torres. Un momento que todos recuerdan muy emocionados. "Es que los ves salir y no lo puedes creer porque son tan pequeñinos", advierte Hermida.

En cuanto nacen pasan a una caja donde tienen calor y alimento mientras esperan por el nacimiento de los demás. "Los más grandes y más fuertes están ya en la casa, los que están naciendo en la incubadora son más pequeños", comenta Shamira Boj.

Los alumnos están aprendiendo mucho sobre el ciclo reproductivo de las gallinas. Y las preguntas crecen. La curiosidad de los niños y tener los pollos en el aula les hace estar más concentrados y, por lo tanto, aprender más. Además, es una forma sencilla de introducir conocimientos sobre las especies de la región en las mentalidades de los niños. Cuando todos los pollos hayan salido del huevo llegará el momento de repartir las crías entre los alumnos. De hecho, ellos ya van marcando a sus preferidos y tienen claro que se los criarán en casa: "Igual si vives en un piso no puedes tenerlos pero bueno, yo creo que los pollos son pequeños y no dan mucha lata", concluye Martínez.

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