Desde hace siglos, el afán por transgredir es constante, sobre todo en el mundo de la cultura, que como se sabe es un instrumento de control social muy poderoso. Por ello son frecuentes las transgresiones en la literatura, el arte, la música o el cine. También se producen transgresiones en los ámbitos sociales y políticos; se quebrantan normas, costumbres o leyes que pueden estar justificadas cuando de ello se deriva más justicia o libertad.

Pero el afán por transgredir provoca en ocasiones el lógico rechazo y también muchas protestas. Estos días nos encontramos con aparentes transgresiones: Navidades laicas, belenes multiculturales, reinas magas. No son transgresiones, son memeces.