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Perlora vive en su propio belén

El nacimiento montado en la iglesia de la localidad tiene una reproducción del templo y de las escuelas de la parroquia

José Manuel García observa el belén; a la derecha, detalle del río y de las escuelas. MANUEL NOVAL MORO

La iglesia de San Salvador de Perlora vive estos días dentro de sí misma. El nacimiento que los vecinos de la localidad han colocado en una de sus capillas tiene como particularidad la reproducción a escala de dos de sus edificios más señeros: uno de ellos es, precisamente, la propia iglesia parroquial, y el otro las escuelas.

Las maquetas, realizadas en poliestireno por el belenista carreñense Iván Posse, son de una fidelidad absoluta a los originales y tal parece que el visitante del belén está contemplando una vista aérea de los edificios.

Perlora tiene "un nacimiento de antes", como le gusta decir a uno de sus promotores, José Manuel García. Fue hace algo más de diez años cuando un pequeño grupo de integrantes del coro parroquial de Perlora decidió recuperar la tradición de instalar un belén en la iglesia, a la manera del que recordaban de las últimas veces que se había visto por allí, en los años 50 del siglo pasado, cuando dirigía el trabajo "Amparín de Perán".

Situado en la capilla izquierda de la iglesia, está hecho a la manera tradicional, con musgo que cada uno trae de sus casas, helechos, piedras de todos los tamaños y tela pintada. Son seis o siete personas las que se encargan cada año de ponerlo en pie, "pero son muchos los vecinos que colaboran aportando materiales", explica José Manuel García.

La parroquia de Perlora se cuida escrupulosamente de inaugurar el belén en la época navideña. Este año, como viene siendo habitual, se inauguró el día de Nochebuena tras varios días de montaje. El belén cuenta con numerosos efectos especiales, que hacen las delicias, sobre todo, de los niños: música y sonido ambiente con animales de granja, figuras en movimiento, un río con un caudal de agua muy realista, que baja entre piedras naturales, y simulación de fuego.

También se hace de día y de noche. El sol se levanta mientras cantan los gallos y cuando declina la tarde sale una gran luna llena en el fondo del belén.

Todos estos efectos técnicos han sido obra, también, de Iván Posse. El nacimiento cuenta todos los años con las mismas figuras y el paisaje es parecido, pero nunca el mismo. "Nunca sufre grandes modificaciones, pero sí cambiamos algo cada año para que no sea siempre igual; cambiamos las cosas de un sitio a otro y de este modo no se repite exactamente", explica José Manuel García.

La vocación de todos los que montan el belén cada Navidad es brindar a la parroquia una tradición que está claramente en alza y que durante muchos años estuvo perdida. Para quienes todavía no lo hayan visitado quedan ya pocas oportunidades, porque el belén solo está abierto al público de doce y media del mediodía a una de la tarde, los días que coincide con los oficios religiosos. Esta semana, la última de exposición, sólo habrá oficio religioso los días 6 y 10, el día de Reyes y el domingo. Los vecinos podrán ver entonces una parte de su pueblo insertada en el paisaje siempre mágico de las estampas navideñas.

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