La plaza de Les Campes es una explanada abierta al mediodía acotada por un conjunto de viviendas variopintas. Sobre ella se desparrama un entramado de calles dispuestas conforme al consabido desorden medieval, que contrasta con el regular propio del centro.

La plaza expresa su pasado a través de algunos edificios bastante desfigurados. Durante siglos se desarrolló aquí su principal actividad, el mercado, aunque apenas quedan rastros. Ahora, mientras el casco antiguo se renueva, crece el deseo de la gente de ocupar la plaza. Sobre todo si cuenta con dos buenos aliados: el tiempo y la fiesta. Entonces se convierte en el alma de La Pola. Un lugar donde los polesos muestran cómo son y están en el mundo. Un espacio para convivir, disfrutar y, como escribió Laura Casielles, "gozar de los amigos en cuya presencia nada ha fallado nunca".