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Jesús García Valle: "No hay una despedida de Villaviciosa, sino un adiós de volver"

Los feligreses de los que fue párroco 16 años le tributan un homenaje el sábado

Jesús García Valle, ayer, en Villaviciosa. MARIOLA MENÉNDEZ

"No me llevo nada, sólo ilusión, porque en la Casa Sacerdotal sólo se precisa una maleta cargada de paciencia. Dejo aquí mi pueblo natal, mi casa paterna, amistades de toda la vida, vecinos y feligreses". Ésta es una de las muchas reflexiones de Jesús García Valle, que fue durante 16 años párroco de Bedriñana, San Martín del Mar, Grases, Cazanes, Carda y Breceña. Desde hace tres meses dirige la Casa Sacerdotal de Oviedo. Según explica, "es la residencia para los sacerdotes mayores, cuando han dejado sus parroquias, ya jubilados, donde tiene cubiertas sus necesidades por medio de los servicios que les ofrecen", explica el cura.

La huella que Jesús García Valle ha dejado en Villaviciosa ha sido profunda, por eso sus feligreses quieren reconocer su labor y entrega como párroco con una comida homenaje que le darán el sábado, a partir de las 14,30 horas, en Amandi (Villaviciosa). El cubierto cuesta 23 euros y ya se pueden hacer las reservas.

El sacerdote también colaboró con las residencias de ancianos del Portal y San Francisco y fue delegado arciprestal de Cáritas. Ana Carmen Fernández, delegada territorial de Bedriñana, recuerda al párroco como una persona "muy dispuesta; allí donde se le necesitaba, estaba". "Sentimos su marcha porque era muy querido", así que muchos vecinos no entienden que en el Arzobispado le hayan buscado un nuevo destino. Ana Carmen Fernández se hace eco de las quejas que tienen los feligreses de algunas de las parroquias que llevaba Jesús García Valle, porque pasaron de tener misa todos las semanas a conformarse con que sea una vez al mes. Cree que este homenaje es merecido "por todo lo que hizo durante los 16 años que estuvo aquí".

Jesús García agradece el cariño que le muestran en su tierra natal. "Estoy a un paso y mis visitas son seguidas, por lo que no hay una despedida, sino un adiós de volver". Pero aunque asegura que no se lleva nada, en su memoria perduran el recuerdo de los paisajes que ha disfrutado, en los que las pomaradas, la ría y las iglesias románicas son protagonistas. También se lleva "recuerdos del paisanaje en el trato familiar y cotidiano por las calles de la Villa y su entorno" por el que salía a correr todas las mañanas. En Cáritas -que ya le homenajeó en octubre- también se ha sentido "muy a gusto" por haber ayudado a las personas más vulnerables y el trato con los voluntarios.

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