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La situación del transporte público en el municipio

Siero, desconectado sin el coche

Los vecinos consideran escaso el uso del autobús y el ferrocarril en el concejo y lo achacan a la falta de servicios continuados y de calidad entre la zona rural y la urbana

Yolanda Alegre señala Gijón y la Pola en un mapa de la estación de tren polesa. L. B.

"A Siero te vienes o te vas más rápido que a ningún sitio, pero siempre que tengas coche". Esta afirmación del poleso José González podría resumir de manera muy certera la situación de las comunicaciones locales, caracterizadas por contar con una excelente red de carreteras entre las que se encuentran hasta cuatro autovías, pero un deficiente transporte público que obliga a la mayoría a depender del vehículo propio para desplazarse.

Este contraste es una realidad asumida desde hace años desde la administración, pues hasta el propio Ayuntamiento de Siero, a comienzos de esta década, constató en los estudios para la elaboración de su plan estratégico municipal que la primera debilidad del municipio en materia de infraestructuras y comunicaciones era el propio transporte público.

Para confirmar estas deficiencias no hace falta más que darse una vuelta por las diferentes parroquias y preguntar a unos habitantes que, si bien reconocen que existe un uso poco arraigado del autobús y el ferrocarril para los desplazamientos, cree que ese escaso uso se debe a la falta de una fuerte apuesta para ofrecer servicios con la frecuencia y calidad suficiente como para que los sierenses renuncien al coche.

Sin ir más lejos, hace unos días los habitantes de La Fresneda reclamaron una parada del servicio de transporte urbano de Oviedo en la localidad, como ya ocurre en otros puntos de Siero como Lugones y el área comercial de Paredes con gran éxito. "El servicio de línea actual con la capital no responde a las demandas de los vecinos como lo podría hacer el urbano", explica el presidente de la Asociación de Vecinos de La Fresneda, Óscar Llamas, que apunta a la falta de transporte público como uno de los contras que la gente se pone para ir a vivir a la urbanización. "La falta de una disponibilidad de desplazamiento sin coger el coche echa para atrás", asegura.

Lo mismo ocurre en otras localidades como Carbayín Alto, en la que la estación de tren de la localidad vecina les queda lejos y los servicios de autobús les parecen insuficientes. "La primera línea a la Pola pasa a las ocho y a esa hora la mayoría de gente ya debería estar trabajando", comenta el alcalde de barrio de Santiago de Arenas, Cándido Martínez, que reprocha el olvido de medidas anunciadas antaño a bombo y platillo. "Se nos vendió que cuando llegásemos a los 50.000 habitantes pondrían transporte urbano municipal, pero hace tiempo que ya lo olvidaron", indica Martínez, que ironiza respecto a las numerosas paradas habilitadas en la parroquia. "Hay más paradas que autobuses pasan a lo largo del día", indica el alcalde de una de las zonas que más habitantes pierde cada año.

En otros pueblos critican que, además de contar con pocos servicios, los que hay no satisfacen por completo las demandas vecinales. Es el caso de las parroquias de Bobes, San Miguel y Viella, que actualmente disponen de conexión con Oviedo, pero la misma no tiene accesos hasta las inmediaciones del Hospital Central. "Los usuarios, en su mayoría gente mayor, sufren para llegar tras caminar largas distancias", sostiene el alcalde de barrio de San Miguel de la Barreda, César Solís, que no entiende que unas líneas puedan llegar y otras no.

"Parece que hay ciudadanos de primera, de segunda, de tercera y hasta de cuarta categoría", apunta, respaldado por sus homólogos de Bobes, Javier Villanueva, y Argüelles, Loli Prendes, que coinciden en demandar más servicios. "Si la línea funcionara más y mejor, la gente la utilizaría más a menudo", señalan a la vez que proponen intensificar las conexiones entre Lugones y la Pola con paradas por sus territorios.

No menos insistentes son las voces que claman por la mejora del servicio de las conexiones por tren. La línea entre Oviedo e Infiesto y sus correspondencia con la que une Gijón y Laviana son ejes claves para la comunicación que, pese a su disponibilidad, cotizan a la baja y requieren de cambios. "La gente renuncia a veces al tren porque es muy lento e impuntual", afirma la polesa Inma Méndez, que sugiere algunas posibles soluciones. "Deberían apostar por más servicios directos o semidirectos o reducir en algunos horarios las paradas con menos pasajeros", indica.

Sin embargo, el mayor caballo de batalla en los últimos años en lo que a conexión ferroviaria se refiere es el de conseguir ampliar la oferta con viajes directos entre Pola de Siero y Gijón, muchas veces reclamado sin éxito. "No puede ser que no haya apenas servicios entre la capital del cuarto concejo y la ciudad más grande de Asturias", manifiesta la sierense Encarna Fernández, que se dice "cansada" de esperar a la intemperie los retrasos del transbordo de El Berrón para desplazarse a la villa marinera. "No es de recibo en este siglo", añade.

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