En la comida principal del día se recomienda consumir como máximo 1.000 miligramos de sal y, por ejemplo, esa cantidad ya la contiene una sopa de sobre. Ésta es una de las cuestiones que más sorprende a los enfermos crónicos y a sus cuidadores, que en los talleres del programa "Paciente activo", de la Escuela Asturiana de Salud, que ayer se presentaron en Villaviciosa, aprenden a llevar una alimentación más equilibrada. El enfermero Rosendo Argüelles Barbón y coordinador de este proyecto en el área sanitaria V, explica que la nutrición suele ser uno de los temas que más interés despierta y, en concreto, aprender a leer las etiquetas de los alimentos. Les sorprenden los altos niveles de sal y grasas de la comida procesada.

Pero Marta Pisano González, coordinadora de la Escuela de Pacientes de Asturias, añade que trabajan principalmente en el manejo de la esfera emocional por las limitaciones que en el día a día supone sufrir una enfermedad crónica, aumentando los niveles de estrés considerablemente. Argumenta que, por ejemplo, la mayoría lamenta no poder realizar actividad física. "El 'no puedo' va por delante, pero luego todos pueden", anima.

Pisano recuerda que hay "cinco hábitos principales que benefician la salud", que son: seguir una correcta alimentación, realizar ejercicio físico, no fumar, consumir moderadamente alcohol y manejar el estrés. Las principales enfermedades crónicas en Asturias, que más se ven en estos talleres, son diabetes, hipertensión arterial, problemas articulares o cardiovasculares y depresión. Destaca que la mayoría están "excesivamente medicalizados cuando tienen muchísimo que hacer por sí mismos". La prueba es que estos pacientes "pasan 8.840 horas al año consigo mismos y sólo entre 5 y 10 horas con un sanitario". A pesar de esto, "creen que están en manos de los sanitarios, por eso es tan importante el autocuidado". Y en esta cuestión es en la que más inciden en este programa, que cuando se aplica supone un 21% de ahorro en el coste sanitario, resalta Marta Pisano.

La razón es que "comen mejor, hacen más ejercicio, toman menos pastillas y tienen más relaciones sociales". Sostiene que "funciona porque nadie te dice lo que tienes que hacer". Rosendo Argüelles pone otro ejemplo y es que "un sanitario puede estar 25 años diciéndole a un diabético que lleve azúcar consigo, por si un día la necesita, pero el efecto no será tan poderoso como si se lo recomienda otro diabético".

Estos talleres los imparten dos monitores, que suelen ser un sanitario y un enfermo crónico. En Villaviciosa quieren ponerlos en marcha, como ya hicieron en Venta de les Ranes, pero necesitan formar un grupo de 16 personas. Ayer los presentaron en la Casa de los Hevia. Es un método que desarrolló la Universidad de Stanford (Estados Unidos) "para el manejo de la enfermedad crónica con más de 20 años de desarrollo", explica Argüelles.