Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados celebraron ayer los 130 años de la fundación de la Residencia de Nuestra Señora de Covadonga, y de su propia llegada a Siero para hacerse con las riendas de la institución, con las misma discreción y humildad que ha marcado toda su existencia. Una misa de acción de gracias, que contó con la presencia de numerosos amigos y colaboradores de la institución, fue el único acto público para celebrar esta relevante efeméride.

Presidió la misa el sacerdote Manuel Alonso, secretario personal del Arzobispo de Oviedo, a quien el propio Jesús Sanz envió a la Pola por no poder acudir él en persona. Y Alonso cumplió con el cometido dedicando a las religiosas y a la propia institución una cariñosa homilía, en la que recordó que el verdadero motivo de la celebración no es el aniversario de un mero edificio -que de hecho, como precisó Alonso, no es tan antiguo ya que tuvo que ser reconstruido tras el incendio de 1965-, sino el aniversario de una institución fundada por y para las personas.

"Un hogar no es sólo una casa, es más que cuatro paredes. Y así sucede con esta casa: no es que estemos celebrando 130 años de la construcción de una casa, de unas paredes, sino que celebramos 130 años de un hogar. De la residencia, en medio de este pueblo, de las Hermanas", afirmó el sacerdote.