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DE AQUÍ A LIMA

Premios "Princesa", una oportunidad

Siero, que aún no ha sido "Ejemplar" pese a la persistencia de Lugones y Valdesoto, ha de aprovechar la ocasión de albergar actos de los galardones

Premios "Princesa", una oportunidad

"Habla ya antes de que sea demasiado tarde, y confía luego en seguir hablando hasta que no haya más que decir. Después de todo, se acaba el tiempo". "Diario de invierno". Paul Auster. Premio "Príncipe de Asturias" de las Letras 2006.

Un juez determinó hace algunos años que una celda que se exhibía como el lugar de cohabitación de Chopin y su amante George Sand en la Cartuja de Valldemossa, en Mallorca, era una farsa. Una investigación descubrió que el piano que la amueblaba era de construcción posterior a la muerte del compositor. En aquel momento se abrió un debate sobre la mistificación de estos retazos de la historia y su utilización como reclamo.

Felipe II, conocido por su afición a las reliquias más extravagantes, aseguraba conservar una espina de la corona de Cristo y una gota de leche de la Virgen. En otro ejemplo más terrenal pero no menos dudoso, el hotel Victoria de Ronda conserva la habitación en la que dicen que pasó varios días un desasosegado Rilke, que no debió de dormir, porque la estancia carece de cama.

"Ayer siempre es un recuerdo y mañana nunca será lo que se espera que sea". Bob Dylan, premio "Príncipe" de las Artes 2007.

Algunos hosteleros del Madrid castizo, hartos de la curiosidad de los turistas, colgaron hace algunos años a la entrada de sus locales un cartel que decía: "Hemingway nunca estuvo aquí". Lo habitual es lo contrario. Proliferan en todo el mundo las placas que recuerdan que allí ha nacido, vivido o fallecido tal o cual novelista, poeta o ilustre galeno. Son casualidades subrayadas que parecen aferrarse a una relevancia pretérita, tal vez por temor a la insignificancia futura.

"Deja de preocuparte por envejecer y piensa en crecer". "El animal moribundo". Philip Roth. Premio de las Letras 2012.

La irrelevancia actual de Asturias en el panorama nacional es evidente. Pocas cosas de las que ocurren en esta tierra trascienden el puerto de Pajares, con permiso de algunos sucesos. Vivimos en una región de apenas un millón de habitantes que aporta poco más del dos por ciento del PIB nacional, con los sectores agroganadero e industrial en sangrante retroceso, y que en el verano de 2012 comprobó, resignada, lo mojada que estaba la pólvora de las movilizaciones mineras, capaces en los no tan lejanos tiempos de la épica de paralizar el país entero y doblar el brazo a cualquier Gobierno.

Asturias es, además, una comunidad con un peso político nacional muy limitado. Que elige solo a ocho de los 350 diputados y a seis de los 266 senadores; que ha aportado a la política española nombres relevantes, pero tradicionalmente alineados con las doctrinas nacionales de sus partidos, con excepciones muy esporádicas y casi siempre silenciosas. La discreción ha hecho, por ejemplo, que fuese recurrente tener que ayudar a los medios nacionales a identificar a los presidentes del Principado en actos fuera de Asturias.

"Guerreaste en mar sedoso, / te hiciste, te rehiciste, / te creciste en el acoso, / y, al luchar, te malheriste". Carlos Bousoño. Premio de las Letras 1995.

Fracasada por desmandada la política cultural con la que nació el Centro Niemeyer de Avilés -y con el permiso del sector turístico, claro-, Asturias ya sólo se reivindica con regularidad en el escaparate nacional -e internacional- en los días de mayo y junio en los que se fallan y en los de octubre en que se entregan los -renombrados por causas sucesorias- premios "Princesa de Asturias".

El oportunismo radical, la moda ideológica, el republicanismo recalcitrante y la doble moral se vienen conjurando en los últimos años detrás de la pancarta, los pitos y las panderetas para protestar contra los galardones el día de su entrega. Algunos, ciclotímicos ellos, hacen cola por semana para asistir a los actos de los premiados y el viernes agarran el megáfono para reventarles la entrada al Campoamor. Cualquier año les gritan "tilonorrinco" y "espiritrompa", cínicos como el alumno que apedrea en la escena final de "La lengua de las mariposas" (basada en la deliciosa novela de Rivas) a su maestro Don Gregorio, encarnado por un enorme Fernán Gómez, premio de las Artes en 1995.

"¿Pensaron alguna vez que si no fuera por todos nadie sería nada?". Mafalda (Quino). Premio de Comunicación y Humanidades 2014.

Hace años que los premios trascienden a la monarquía que les ha dado el nombre. Son un evento que prestigia a Asturias; que le confiere -a un territorio noble por lo humano pero introvertido por lo orográfico- una dimensión de región abierta, generosa, vanguardista y cosmopolita; que le permite exhibir el talento interior aprovechando las ondas gravitacionales que genera cada año el estallido de los premiados; que suma esfuerzos individuales de administraciones, instituciones y empresas para un beneficio común del que se aprovechan, aún sin quererlo, todos los asturianos.

Un dato para el debate del gasto y los fastos: el presupuesto anual de los Premios es de unos cinco millones de euros (casi el 70 por ciento procedente de ingresos privados, según las cuentas de la Fundación). Valencia se gastó 60 millones (todos públicos) cada año de los cinco que acogió la Fórmula 1.

"Nuestra gloria estriba en persistir, desalentados, pero jamás vencidos". John Banville, premio de las Letras 2014.

Los Premios fueron exclusivos de Oviedo. Antes los galardones y el heredero que les daba el nombre no salían de la capital más que para investir un pueblo al año como "Ejemplar". Por cierto que de los 26 reconocimientos que se entreveran por el mapa de Asturias ninguno está en Siero. Y no será por falta de persistencia. Lugones presentó durante trece años su candidatura y Valdesoto, que se ha situado en varias ediciones entre los finalistas, se presentará este año por décimo segunda vez consecutiva. Tarde o temprano el trabajo tendrá recompensa y traerá la victoria. Ojalá este año.

La de 2016 podría ser una edición relevante para el concejo ya que, además, existen indicios de que Siero podría acoger alguna de las actividades paralelas de los Premios que, desde hace algunos años, llevan a los premiados por diversos puntos de la geografía asturiana. Sería deseable que, además del auditorio, se pusiese a disposición de la Fundación el talento y el espíritu crítico de un concejo que ha dado importantes músicos, compositores, deportistas y humanistas.

"Me esfuerzo para que las cosas que hago no sean algo inmediatamente olvidable". Michael Haneke. Premio de las Artes 2013.

Hace años una familiar nos regaló una botella que envasaba "aire puro". Comprobé después que existen empresas especializadas en comercializar en envases bonitos aire de lugares exóticos que se venden como souvenir. Siero tiene que ser capaz de aprovechar la oportunidad principesca para organizar una actividad que sea participativa y abierta a los vecinos, y ha de esforzarse en que deje un poso que sea perdurable en el tiempo. Y los diferentes colectivos que lo juzgan deben mirar la oportunidad con perspectiva y positividad. Seguro que entre todos encontramos un término medio entre envasar el aire que respiró un premiado de visita o colocar una placa para rememorar su estancia.

"La hospitalidad entiende el encuentro con otra persona como un acontecimiento, como una oportunidad y una fiesta. Nunca como un problema". Ryszard Kapuscinski. Premio de Comunicación y Humanidades 2003.

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