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La importancia biológica de las grandes truchas

Son las más fuertes, las más resistentes y las más prolíficas: un capital esencial para la conservación de las poblaciones

En algunas ocasiones se escuchan comentarios de personas que afirman que las grandes truchas son perjudiciales para su especie, etcétera. Estos comentarios, además de ser totalmente falsos, a veces ponen en peligro poblaciones de trucha por difundir estas ideologías entre algunas personas y pescadores.

Las grandes truchas son naturales de las poblaciones de trucha; podrán existir siempre que el río, embalse o lago tenga condiciones para albergar ejemplares de gran tamaño. Los condicionantes principales para que algunos ejemplares de trucha consigan alcanzar gran tamaño son: abundancia de alimento, caudal o volumen de agua suficiente, y temperaturas adecuadas (entre 9 y 20 ºC las truchas ganan volumen en menos tiempo y están mas activas). Muchas truchas grandes no son viejas, sino que con las condiciones adecuadas mencionadas anteriormente adquieren gran tamaño en poco tiempo y son muy fértiles. En cautividad, una trucha puede llegar a vivir un máximo de 14 años, mientras que en la naturaleza es muy raro que superen los 10-11 años, debido a la "dureza" de las condiciones naturales.

En un río natural, la zona alta del curso está ocupada por alevines y ejemplares de pequeño tamaño, mientras que la zona media del río está habitada por truchas de pequeño y mediano tamaño, y en la zona baja se encuentran las grandes truchas, junto con algunas de mediano tamaño y pocas pequeñas. Esto ocurre así, de forma general, en la gran mayoría de los ríos de Asturias. Los ejemplares se distribuyen en el río según su tamaño y sus necesidades biológicas, de manera totalmente organizada en beneficio de la especie.

Las truchas grandes tienen una dieta muy variada, se alimentan de una gran variedad de especies de insectos acuáticos y terrestres, anfibios, crustáceos, peces, pequeños mamíferos como ratones e incluso aves de pequeño tamaño, como los polluelos de algunas aves acuáticas. En ocasiones también se alimentan de alevines de su misma especie, pero las truchas medianas y las pequeñas se comen igualmente a otras truchas menores (como ocurre en la gran mayoría de las especies de peces). Esto es algo que lleva sucediendo millones de años y es natural, es lo que se llama selección natural. Como comenté anteriormente, los ejemplares se distribuyen por el río según sus tamaños, de manera que disminuya la competencia entre ellos y se alcance el mayor éxito posible para la especie.

En tramos de algunos ríos de Asturias desafortunadamente se encuentran especies exóticas invasoras (cangrejo americano, cachos, bogas), muy dañinas para las especies autóctonas; en estos casos, las grandes truchas son capaces de especializarse en depredar individuos de estas especies exóticas y así poder controlar sus poblaciones en la medida de lo posible.

Las truchas grandes son los ejemplares más fuertes de una población truchera, capaces de resistir mejor las riadas, las enfermedades, los depredadores naturales, etcétera. El único depredador natural ocasional que tienen son las nutrias. También los humanos se convierten en depredadores de las grandes truchas y son los principales causantes del descenso alarmante de estos grandes individuos y de la merma de la especie, por diversos motivos como la pesca extractiva, la contaminación por vertidos, las obras en los cauces de los ríos, la introducción de especies exóticas, etcétera.

Cuando llegan las crecidas de los ríos en los meses de octubre y noviembre, las truchas remontan el río hasta las zonas altas para reproducirse posteriormente, en el período comprendido desde finales de noviembre hasta febrero (depende del río, sus condiciones físicas y del año), cuando la temperatura del agua desciende por debajo de los 10 o 12ºC. Las grandes truchas dejan de alimentarse durante el período de reproducción y son capaces de remontar más kilómetros del río para llegar a las zonas de reproducción de las partes más altas de los cauces fluviales, debido a que tienen mayores reservas energéticas, que les proporcionan mayor fortaleza.

Para la construcción de los nidos, las hembras, con potentes movimientos de su cola, excavan en el lecho del río un hoyo, donde depositan posteriormente los huevos a la vez que el macho los fecunda. Luego la hembra cubre los huevos fecundados con una capa de piedras y grava para protegerlos hasta que nazcan. Cuanto más grande es la hembra, mayor y más profundo es el nido, y ella será también capaz de mover piedras de mayor tamaño, que proporcionan mayor protección a los huevos frente a las riadas invernales y los depredadores.

Durante la reproducción, las truchas depositan una media de huevos que varía entre 900 y 3.000 por cada kilo de peso. Este número de huevos/kilo cambia entre las poblaciones de las diferentes cuencas fluviales, debido a factores naturales como el caudal del río, la cantidad de alimento disponible, la temperatura, etcétera. Contra mayor sea la trucha, más cantidad de huevos produce, y de mayor diámetro, lo que dará lugar a alevines más grandes y mejor desarrollados, que competirán en mejores condiciones por los recursos existentes. En el caso de los machos, cuanto mayor sea y mejor alimentado esté, más esperma produce, y de mejor calidad, pudiendo fecundar con éxito los huevos de más hembras.

Los grandes ejemplares de trucha permanecen más tiempo tras la freza vigilando e intentando proteger los nidos, hasta que, pasado un período de tiempo que varía entre unos días o unas semanas, deciden regresar a las zonas bajas del río, en muchos casos al mismo sitio o pozo donde habitan el resto del año. Una vez allí, las grandes truchas finalizan su prolongado ayuno y vuelven a alimentarse correctamente como el resto del año.

Para mejorar el estado de las poblaciones de trucha en Asturias es fundamental entender que estos grandes ejemplares son de vital importancia para las poblaciones de trucha. Se debe mejorar la calidad de las aguas todo lo posible, evitando que existan vertidos contaminantes a las aguas, protegiendo los bosques de ribera, retirando residuos contaminantes (plásticos, metales, etcétera) de los cauces, evitando obras en los cauces que alteren los ecosistemas acuáticos, etcétera. Y nosotros, los pescadores, debemos realizar una pesca sostenible con el medio ambiente. Para ello la pesca sin muerte es una valiosa herramienta de gestión piscícola que se debe tener muy en cuenta, que nos permite disfrutar de nuestra afición favorita y al mismo tiempo conservar las poblaciones trucheras. El futuro de la especie está ahora más que nunca en nuestras manos. Salvemos a esta importante especie autóctona. Las grandes truchas llevan existiendo desde hace millones de años y nunca fueron perjudiciales para su especie, sino todo lo contrario.

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