Los trabajadores de Fahime cuentan los días para conocer el resultado de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) y confían en que se declare nulo su despido. "El juicio terminó el pasado día 11, creemos que en unos diez días habrá una decisión del juez", explicó Jero Fernández, portavoz de los empleados despedidos y encerrados en una de las naves de la compañía en Tabaza desde hace más de 110 días. El hecho de conseguir la nulidad del despido será "una pequeña victoria" para este colectivo, pero aún así no dejarán de presentar batalla e intentar mantener su puesto de trabajo que, todo apunta, a que será en otra firma. "Si conseguimos que el despido sea nulo, demostraremos las irregularidades del proceso", señaló Fernández.

Los empleados de esta empresa que fue puntera en el campo del sector hidráulico y eólico recibieron ayer la visita de un centenar de personas tras una convocatoria de la asamblea de trabajadores en lucha. La explanada ubicada junto a la nave del encierro contó con trabajadores de varias fábricas asturianas en conflicto laboral como Modultec, la lavandería del hospital de Cabueñes, Hotel Reconquista, el Matadero central, Gijón Fabril y Tenneco además de miembros de la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI), entre otras personas que se acercaron a título individual. "A ver si estos chavales tienen suerte y consiguen algo", se oyó comentar entre el tumulto. Poco después, los manifestantes se hicieron una foto de familia junto a la pancarta de la entrada a la nave y corearon en un par de ocasiones "Viva la lucha de la clase obrera".

Pese al fallo, sea el que sea, los despedidos de la fábrica de Tabaza consideran que la vía judicial no es la idónea para resolver su conflicto. Así lo explica Jero Fernández. "Si ganamos tendrán que pagarnos, cuestión que dudo bastante", señala el también sindicalista de UGT, que afirma que su equipo mantiene la "moral fuerte" a la espera de conseguir una negociación a cuatro bandas que pueda solucionar el entuerto en el que están metidos. "Sabemos que hay empresas interesadas en los activos de Fahime y que pueden subrogar a los trabajadores", explica Fernández, que quiere además reunirse con el Principado, las firmas interesadas y la dirección de Fahime "con el objetivo de liquidar el conflicto por la vía del diálogo y la negociación".

Los trabajadores quieren mantener la maquinaria en la nave. Por eso solicitaron medidas cautelares para que los propietarios no pudieran vender las máquinas y mantener un atisbo de esperanza que facilite la posible reactivación de la compañía a través de la compra de la fábrica de bienes de equipo para el sector industrial y su puesta en funcionamiento de nuevo.

Al margen de defender sus puestos de trabajo, los despedidos de Fahime tienen una prioridad: buscar una salida urgente para las personas que están a punto de jubilarse con 61 años "con una base de cotización decente". "Si no se subrogan, la cotización que tendrán con 66 años será mucho menor y todo ello, como ocurre en algunos casos, con trabajadores con más de cuarenta años empleados", indicó Fernández, que agradeció el apoyo recibido por la Asamblea de trabajadores en lucha durante la jornada de ayer.

El portavoz de los despedidos no se le pasa por la cabeza tirar la toalla. Quiere ir hasta el final y como él, el resto de la plantilla que sufrió el ERE de extinción el pasado 21 de octubre de 2015. Esa medida afectó a 92 empleados de una fábrica que "llegó a facturar quince millones de euros al año y que contaba con clientes de alto poder adquisitivo tanto en Europa como en América".

"Todos los días se queda un grupo a dormir en la nave, tenemos cuatro grupos de unas cinco personas cada uno. Además, contamos con presencia continua en la fábrica, solemos estar unas cuarenta o cincuenta personas entre todos", afirma Jero Fernández, mientras en los exteriores de la nave, los colectivos que participaron en la concentración van poco a poco abandonando el polígono industrial de Tabaza con una idea en la cabeza, expresar la solidaridad entre los trabajadores que están sufriendo las consecuencias de "la mal llamada crisis".