Diversión, confraternización y, sobre todo, tradición. Esas tres palabras bastan para definir lo vivido ayer en la Pola con motivo del encuentro astur-luso que acoge la villa este fin de semana y que tuvo en el desfile de mascaradas uno de sus momentos más animados, a pesar de que los intermitentes chaparrones a punto estuvieron de aguar la fiesta a todo el mundo.

La capital sierense reunió a colectivos representantes de media docena de tradiciones. A la cabeza se pusieron los Sidros de Valdesoto, que con sus saltos a ritmo de cencerro fueron abriendo paso a diferentes personajes que no dejaron de incordiar y arrancar muchas sonrisas.

Especial protagonismo tuvieron los caretos de la localidad portuguesa de Lazarim, que no dejaron en todo momento de indicar al público con sus varas y sacar a algún que otro a bailar de manera espontánea. Más vistosos, pero escasos, fueron los representantes de la fiesta extremeña de Jarramplas, en la que cada año los protagonistas se lanzan toneladas de nabos en el pueblo de El Piornal. "Es una tradición que siempre estuvo ahí y que posiblemente surgió para pedir buenas cosechas", explica Juan Carlos Fernández, que fue uno de los dos miembros de la expedición que se puso la gran máscara de la celebración.

De igual manera, puso su granito de arena la expedición de otra fiesta de interés turístico Nacional como son los Folións y Boteiros de Viana do Bolo, en Orense, que completaron junto a los Campaneiros de La Cuesta, en León, y los Zamarrones de Piasca, en Cantabria, un desfile de los más completo, que busca reforzar los lazos entre estas tradiciones. "Se trata de impulsar una unión social e institucional que permita enriquecer a todas las partes y consolidar las celebraciones", explica el experto portugués en mascaradas Helder Ferreira, presente en la cita.

Actos que se encuadran dentro del encuentro astur-luso que incluye una feria de productos de Asturias y Portugal y que hoy continúan con un nuevo desfile en Valdesoto, en el que tomarán parte más colectivos como representantes de la celebración de La Vijanera, una mascarada también de interés turístico nacional propia de Cantabria.