"¿Hay algún policía?", preguntó un hombre en la sede de los municipales de Grado a Edurne Cabrero Blanco. Ella respondió con un escueto "no" y el vecino se dio media vuelta. Lo cierto es que Cabrero es policía local, la única de la plantilla de Grado: "No supe qué decirle, estaba con el uniforme de policía pero él ni se fijó, pensó que era la secretaria por lo menos", recuerda. Ésta es una de las pocas veces que la agente se ha tenido que enfrentar a la desigualdad por ser mujer ya que reconoce que, en general, no ha sentido discriminación realizando su profesión. "Algo más en los pueblos porque sigue habiendo pocas mujeres policía, en las ciudades es distinto", señala.

Cabrero es de Gijón, pero lleva trabajando como policía local en Grado desde 2001. "Sólo lo conocía de oídas por las fiestas de la Flor, pero nunca había estado, vine por la carretera antigua y llegué súper mareada a echar la instancia", recuerda. Finalmente, consiguió la plaza y comenzó a trabajar en Grado. No sin ciertos recelos: "Al principio se creó un poco de expectativa porque resultaba chocante, pero me integré rápido y muy bien, me siento uno más", explica.

En su opinión, la receta contra la desigualdad de género pasa por la educación: "Necesitamos el apoyo de los hombres, si no vamos dadas". Hoy recogerá el premio "8 de marzo" a propuesta de un vecino por su trabajo y su ejemplaridad al ser la única mujer en la policía moscona. "La verdad es que me quedé sorprendida porque no soy muy amiga de los premios y tampoco me lo esperaba, hago mi trabajo sin esperar ningún reconocimiento, pero agradezco mucho que hayan pensado en mí", afirma la agente.