Belén Rodríguez piensa como artista que es y prueba de ello es que los plásticos que arrastra el mar son para ella piezas para elaborar composiciones escultóricas y arquitectónicas. Lo demuestra en su exposición "After Sputnik" que fue inaugurada ayer y que podrá visitarse hasta el próximo 17 de abril en el Museo Antón de Candás. Esos pequeños plásticos, modificados por diferentes factores como el sol o la erosión marina, fueron recogidos en playas de diferentes países. "Hay plásticos de Cantabria, Ostia (Italia), Sicilia, Cabo Verde, California... y de todo tipo", afirma la artista vallisoletana, que recibió una beca de 2014 del museo candasín precisamente por un proyecto denominado "Plásticos". Esta ayuda cuenta con el patrocinio de EdP.

Tubos corrugados, cuerdas, tapones de plástico y restos de botella aparecen incrustados en una base de cemento y muestran lo que Belén Rodríguez ha denominado "supersuperficie", un título basado en la corriente arquitectónica denominada superstudio, que se caracteriza por utilizar técnicas opuestas al racionalismo y prima el diseño sobre la función social y cultural.

"El suelo de cemento es una simulación de una playa con sus sedimentos, que muestran en ocasiones una ambivalencia, una especie de decadencia alegre, de basura alegre", indica la artista, que vincula esa "alegría" con los colores de los plásticos y materiales recopilados con otra función paralela, la conciencia en pro del reciclaje. La exposición está compuesta por ocho piezas más el catálogo de la muestra, que la artista lo considera otra más. Ese catálogo cuenta con un texto "abstracto" de su amigo Minke Wang.

La artista castellana afirma que la idea de incrustar plásticos sobre una base no es nueva en su carrera. Cuando vivía en Viena comenzó a desarrollar una técnica similar a la de "supersuperficie" mediante la que colocaba plásticos de diferentes tipos y tamaños sobre una base de papel maché. Esa obra se titula "Equis" y también puede verse en el Museo Antón hasta el próximo 17 de abril.