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LUIGI BACHATA | Profesor de baile de Noreña, ejerce en Tenerife

"En los años 90 mi padre no se creía que pudiera vivir del baile"

"Echo de menos Asturias, pero estoy a gusto en Tenerife; llevaba años con la misma rutina y quería un reto nuevo"

Luigi Bachata. ATELIER PLUS

Luis Rodríguez, más conocido en el mundo de la danza como "Luigi Bachata", es un reconocido profesor de baile oriundo de Noreña que se ha labrado un prestigio a nivel nacional.

-Usted empezó a bailar en Noreña?

-Sí, empecé a bailar en Noreña, con mi hermana. Era un curso en el gimnasio de Noreña. Mi hermana quería ir y fui con ella. Mi primera profesora fue Elisa Novo, de Oviedo.

-¿Qué edad tenía?

-Tenía quince o dieciséis años, era un pibito. Luego conocí a una chica cubana, bailarina. Estuve bailando con ella un tiempo y me metí en este mundillo. De aquella, yo trabajaba en otras cosas. Descubrí que en Santander daban un curso de baile, ahí conocí a profesores y empecé a formarme, con cursos en Santander, Madrid, Barcelona? lo que iba ganando lo gastaba en cursos. En Asturias era un poco limitado, ahora hay más.

-Nos remontamos a la década de 1990. ¿Su familia entendió esta vocación?

-Era secreto. Yo iba a la academia, había pocos hombres y casi nadie decía nada. Era una cosa casi tabú. Una formación clásica hubiera sido perfecta para mí, aunque para bailes latinos no es necesario. No puedes abarcarlo todo, así que me especialicé en bachata.

-Suena un poco "Billy Elliot".

-Tampoco tanto, pero un poco sí, es cierto que íbamos casi clandestinos. Y eso que íbamos a bailes de salón, tampoco es que fuera nada raro. Que yo viviera del baile mi padre ni se lo creía. Yo trabajaba de camarero, de "Dj", daba clases gimnasia, de baile? todo para un minisueldo. El principio fue jodido, pero tampoco pensaba que fuera a vivir de ello. Lo hacía porque me gustaba y la gente se lo pasaba bien. Pero llega un momento que hay que apostar.

-Y comenzó a dar clases en Noreña.

-Y la di muchísimos años. Me quedé en el mismo gimnasio donde empecé, lo que es hoy el Pedregal. Ahí empecé, en torno al año 90.

-¿Hasta cuándo?

-Pues hace ocho años me tomé un año sabático, pero hasta ese momento daba clase en Noreña. Cuando se dejó de ir al gimnasio nos desplazamos al colegio, y después a la sala polivalente. Entre medias también di clase donde hoy es la casa de cultura. En total, fueron 18 años dando clases en Noreña. Hasta la hoy alcaldesa, Amparo Antuña, fue alumna mía. Pasó media Noreña por esas clases. Y también de El Berrón, la Pola? En los últimos años incluso abrí un local de ensayo para los congresos de baile, el "Bachata club", en la calle La Portilla.

-Tenía éxito. ¿Por qué se tomó ese año sabático?

-Los últimos años yo tenía 500 alumnos en Asturias, entre Oviedo, Gijón, Noreña, Arriondas, Cangas de Onís... Pero además, un domingo al mes iba a Bilbao, Galicia o Santander. Descansaba Semana Santa y Navidad, y llegó un momento que o descansaba o acababa mal. Me vine a desconectar a Tenerife. Me volvía a Asturias a trabajar tras un año y a los tres o cuatro meses vi que necesitaba un cambio. Me apetecía y abrí la academia aquí, en Tenerife. Ahora bien, tuve que empezar de cero, pese a que en Asturias estaba en lo alto. Fue un reto personal, pero también es cierto que me voy a Asturias a hacer una fiesta y se van 50 de aquí.

-¿Echa de menos Asturias?

-Claro que sí, pero estoy a gusto aquí, en Puerto de la Cruz. Echo de menos a la familia, los amigos, la comida ni te cuento? En cuanto al clima, pues no, me quedo con este mil veces, porque vivo en el norte y hay mucho verde. Pero el verde de Asturias aquí no lo hay. En todo caso, yo no podía pedir más cuando me fui de Asturias. Pero llevaba unos años en la misma rutina, y te apetece un reto nuevo. Fue un poco locura. El primer año me arrepentí. Pero al fin y al cabo vas trabajando.

-¿Cómo ve el mundo del baile en Asturias?

-Ahora en Asturias hay muchísimos profesores, aunque antes había más unión, para las fiestas juntabas a más gente. Yo hago poco allí, pero se llena. Y eso pasa porque se crea el rollo de antes, de ir a bailar. En este sentido, estoy contento de que después de ocho años pueda hacer una fiesta, y que siga habiendo 300 personas me acojona.

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