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El sector reclama que la clientela pueda beber la sidra que gana en los concursos

"No es normal que no se pueda probar o que ni exista porque es la mezcla de varios toneles para el certamen", lamenta el chigrero Pedro Cáncer

El sector reclama que la clientela pueda beber la sidra que gana en los concursos MARIOLA MENÉNDEZ

La polémica surgida tras el concurso de mejor sidra casera de Asturias -la organización prevé retirar el segundo premio al ganador por fraude, al usar bebida de un amigo, tal y como desveló LA NUEVA ESPAÑA- ha abierto el debate sobre este tipo de certámenes. Y ahora el debate se centra en los concursos profesionales y si la sidra ganadora debe estar a la venta para y a disposición del consumidor, ya que no siempre ocurre según han advertido miembros del sector sidrero asturiano. La mayoría de los consultados coinciden en que debe ser así, pero no todos tienen claro cómo llevarlo a la práctica.

Pedro Cáncer, de la sidrería Nava, de Gijón, es tajante: "Obligatoriamente, la sidra que concurse tiene que estar embotellada e identificada con un número de lote". Sostiene que "no es normal que no se pueda probar" la bebida premiada o que "ni siquiera exista" porque se trata de una mezcla "de dos o tres toneles" realizada ex profeso y de la que sólo se corchan un par de cajas. Si esa sidra que se presenta al concurso no se embotella, seguirá evolucionando en el tonel y "nunca será la misma sidra".

El chigrero no ve correcto que las contraetiquetas que certifican que ese llagar ha sido el ganador se puedan colocar en otra bebida de la misma bodega que no sea la premiada. Y puede haber un abismo entre un mosto y otro. Por lo que es una práctica que lleva a confundir al consumidor. "Ponen en tela de juicio la decisión del jurado", del que él ha formado parte en varias ocasiones. "Debería controlarse", insiste. "Lo único viable es que a la ganadora se le asigne un número de lote que corresponda con un tonel determinado del lagar y que la organización del concurso lo verifique", acudiendo a la bodega y comprobándolo. Insiste en que "lo adecuado es que la sidra ya esté corchada, si no, no es la misma".

Y hay más opiniones. "Antes, cuando estaba la Asociación de Lagareros, se certificaba el tonel y no podías embotellar hasta después del concurso. Pero eso supone tener que pagar a dos personas. Lo veo difícil", sostiene el lagarero naveto Francisco Ordóñez. Reconoce que vencer en uno de los principales certámenes -Nava, Villaviciosa, Gijón y Oviedo- es una buena publicidad para la bodega. "El concurso ayuda, pero tienes que tener sidra buena todo el año, hay que tener una regularidad", destaca.

El también lagarero naveto Juan Roza triunfó el año pasado en las pruebas de Nava y Villaviciosa, las más veteranas. La suya fue considerada la mejor sidra de 2015 en estos campeonatos. "Se estuvo vendiendo en tres o cuatro sidrerías", apunta, aunque reconoce que la bebida ya la sirvió en los locales antes de ganar. Indica que le preguntaban dónde se vendía porque los amantes de la bebida regional están interesados en probar una sidra de premio. Pero coincide con Ordóñez que lo importante es ser regular con la calidad del producto.

El alcalde de Nava y presidente de la Fundación de la Sidra, Juan Cañal, lanza otra idea: "La ganadora debe de estar en el Museo para que se pueda probar". Añade que "hay que determinar la forma en la que pueda haber participación popular que complete la decisión de los expertos" en el concurso que coincide con el Festival de la Sidra, en Nava, y que organiza el Ayuntamiento. Apoya que la bebida vencedora pueda degustarse.

Mino Villarrica preside la mayoría de los jurados de los concursos de sidra profesional. "No lo veo mal", asegura sobre que se pueda degustar el caldo triunfador. "Tendrían que tenerlo a la venta", pero a la par reconoce que "es complicado" porque "los lagares presentan una caja al concurso" y ve difícil poder exigirles que esté disponible para el público. Además, coincide en que el premio es una "buena publicidad para el llagar".

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