"Desde pequeños, mis hermanos y yo siempre estuvimos muy metidos por la fiesta. Mi tía, Azucena Noval, era pintora de huevos, y fue una de las más innovadoras. Fue de las primeras en usar la técnica de pintar con tinta china. Su hijo, que vivía con ella, es mi padrino, y yo iba cada año, el domingo de Ramos, a su casa para recoger el bollo. Tengo un recuerdo muy vivo de aquellos domingos: ella pintaba muchísimos huevos en los meses anteriores, y en esos días trabajaba a destajo. Estaba toda la casa llena de güevos pintos y yo caminaba entre ellos, mirando con asombro los diseños: los gaiteros, los hórreos, Pinón y Telva... Después, cuando llegaba el martes, iba a ver a los artesanos y trataba de identificar, entre todos los güevos pintos, los de mi tía Azucena".
