Los Güevos Pintos es esa fiesta en la que se engarran el Ayuntamiento de Siero y la Sociedad de Festejos para que, al final, siempre gane el cura de la Pola. Sergio Martínez, párroco de San Pedro y sucesor de dos religiosos carismáticos como fueron Carlos Sánchez Martino y el combativo Juan Bautista Álvarez, sacó ayer a relucir su vena más mordaz para regalar a los fieles un memorable pregón que comenzó homenajeando a sus predecesores y cerró con una defensa de la tradición de bendecir los huevos, puesta en entredicho por algunos sectores de la política sierense.

Un pregón, todo hay que decirlo, a la altura de una fiesta "de Primera". Como el Real Oviedo y el Sporting, los equipos asturianos que pugnan uno por ascender y otro por mantenerse en la máxima categoría del fútbol nacional, y cuyos escudos ilustraban algunos de los huevos pintos más demandados.

Porque si bien la celebración ya cuenta con un prestigio bien ganado (no en vano está declarada de Interés Turístico Nacional), la jornada de ayer confirmó, una vez más, el arraigo popular de la fiesta. Pues, aún en un día desangelado y con la lluvia amenazando tras cada esquina, la Pola estuvo a rebosar de gente. En una celebración homérica, aparcar era una odisea y la gente se atrincheraba en las terrazas como los troyanos ante el acoso de los aqueos. Y en la plaza del Ayuntamiento no cabía un alma para escuchar al párroco.

La bendición se ha consolidado como el acto central de la liturgia vinculada a la popular fiesta polesa. En 1974, tal y como reseñó Martínez, el entonces párroco de la Pola, Carlos Sánchez Martino, comenzó a realizar la bendición en asturiano. Su sucesor, Juan Bautista Álvarez, mantendría esta tradición aunque añadiría pimienta al acto, incluyendo un repaso de la actualidad previo que "no dejaba títere con cabeza". La bendición de ayer del actual párroco poleso hizo honor al espíritu y de sus antecesores. Plagada de anécdotas y condimentada con sal abundante para echar en las heridas de la clase política, Martínez hizo sonreír a los numerosos polesos presentes.

El sacerdote recordó una anécdota local. Un cura de la Pola tenía que hacer obras en la iglesia, por lo que decidió subir el precio de las misas. Una mujer fue a pedir una y, a la hora de pagar, el cura le pidió un duro. "Pues el de Marcenao cobra les mises a dos pesetes", le dijo la mujer, a lo que el sacerdote le replicó: "Así serán elles..." La anécdota sirvió a Martínez para articular una cerrada defensa de la tradición de bendecir los huevos pintos. "Hailos que quieren que se quite la bendición de la fiesta, y por nun me meter en muncho xaréu voi dicir lo que dixo aquel cura: Así será ella. Les tradiciones son les tradiciones", afirmó Martínez.

El párroco, no obstante, no se detuvo ahí: "A la hora de falar d'esta bendición, si ye más orixinal qu'un druida celta la faiga podíamos proponelo pa otru añu". Acto seguido invitó también al alcalde de Siero, el socialista Ángel García, y al presidente de Festejos, Jenaro Soto, a que tomasen la alternativa y ocupasen su lugar en futuras celebraciones. "Soto, coles sus declaraciones que nun dexen indiferente a naide podía ser un buen candidatu", afirmó.

La alusión al regidor y el presidente de Festejos provocó carcajadas entre el público, conocedor de la gresca que mantuvieron ambos en los días previos a la fiesta a cuenta de una comida institucional a la que Jenaro Soto no fue. Sergio Martínez, en todo caso, no cerró su pregón sin antes recordar a Tip y Coll para darle un último capón a la clase política: "L'añu que vien vamos falar del gobiernu, si ye que lu hai, claro".Terminado el pregón, el propio sacerdote se encargaría de acercar posturas entre García y Soto, con quienes compartió un culín de sidra.

Para entonces, no obstante, el foco de atención de los romeros se había desviado hacia la carpa de los artesanos, donde los niños arrastraban a su padres y abuelos a los puestos, para hacerse con un huevo que reprodujese su personaje favorito de televisión o el escudo de su equipo de fútbol. "La patrulla canina" y los personajes de "La guerra de las galaxias" triunfaron entre los primeros, mientras que los escudos de Sporting, Real Oviedo y el duopolio Barça-Madrid eran los más demandados entre los segundos.

La competencia regional, en todo caso, se llevó la palma este año. "Vamos a subir, el año que viene estamos en Primera seguro", afirmó Abel Vallín, mientras sostenía un huevo de avestruz con el escudo del Oviedo. A su lado, su primo Pedro Castro hacía lo propio con un huevo del Sporting, mientras garantizaba la permanencia y se mostraba conciliador: "Ambos son de Primera". Como la fiesta de Güevos Pintos, vamos.