El Tribunal Supremo ha puesto una losa sobre las aspiraciones de Justicia de un matrimonio de Villaviciosa, el formado por Sergio Cabañas y Luisa Mari García. La pareja está convencida de que la niña que tuvieron el 17 de julio de 1977 en el Hospital de Cabueñes no nació muerta, como les aseguraron los médicos, sino que les fue simple y llanamente sustraída. Y es que no les enseñaron el cadáver, ni consta documento alguno del fallecimiento.

Por ello presentaron en 2011 una reclamación de cantidad (casi 200.000 euros) al Servicio de Salud del Principado de Asturias, asesorados por su abogado, Fruela Río. El Principado rechazó en diciembre de ese año la petición, con el argumento de que el plazo de reclamación había prescrito un año después del supuesto robo de la menor.

Reclamaron entonces ante la sala de lo contencioso del Tribunal Superior de Justicia Asturias, que ratificó la negativa de la administración, en abril de 2014. Ahora, la sección cuarta de la sala de lo contencioso del Tribunal Supremo de Madrid ha vuelto a desestimar su recurso. El letrado de la pareja no quiso desvelar ayer si se planteará algún nuevo recurso ante el fallo del Supremo.

En el informe médico consta que el de Luisa Mari García fue "un parto prematuro normal", del que nació una "hembra viva". Consta además que se extrajo la placenta y que se retiró la lactancia en el posparto.

Cuando el padre de la niña, ausente durante el parto debido a su profesión de pescador, acudió al hospital, dos días después del nacimiento, el personal le notificó que el bebé había fallecido. El matrimonio asegura que les negaron ver el cadáver, ni se lo entregaron para poder darle sepultura. "Nos dijeron que para qué... Que costaba dinero el traslado y enterrarla y que se encargaban ellos de todo", dijo Luisa Mari García. Aunque se conservan los informes médicos de la madre, no figuran los del bebé. La pareja apunta que en el hospital les explicaron que estos recién nacidos "eran subidos a neonatología con el fin de que pudiesen fallecer en un ambiente caliente y cómodo", en la incubadora, y que "el destino de dichos abortos solía ser la incineración". Pero al matrimonio no le convence esta explicación.