En sus cuatro décadas de historia, pero especialmente en sus primeros años, la sociedad cultural y recreativa San Antonio "Los Pepitas" fue uno de los colectivos más señeros de Pola de Siero. Su disolución hace tres años y medio, motivada por una importante deuda, dejó a la localidad sin uno de sus grandes agitadores culturales. Pero algunos de sus miembros siguen reuniéndose, año tras año, por la fiesta de Güevos Pintos, para recordar sus años mozos y a los amigos que ya no están.

Es fácil encontrar a "Los Pepitas": vestidos en su mayoría con el traje tradicional, se reúnen en una sidrería de la plaza de Les Campes, donde comparten unas viandas y la sidra que sea necesaria. "Éramos una peña, todos de 'Los Pepitas'. Ahora somos los 'expepitas'", comentan con humor.

El origen de estas reuniones de amigos se remonta a 1981, cuando comenzaron a quedar para desayunar por Güevos Pintos. Con los años, la velada se amplió y el encuentro se retrasó hasta la hora del vermú. No fallan ni un año.

El tiempo, no obstante, se ha cobrado su precio. Como si fuera una letanía, la peña repite el nombre de los amigos que se han ido en estos últimos años, aquellos que nunca fallaron, hasta el final de sus días, a esta reunión anual: Covi Moro, Óscar del Valle, Rodolfo Casielles, Manolín Puente y Gregorio Fonseca, "Gorín".

Los que quedan mantienen alto el estandarte, aunque los temas de conversación también han mutado. Caroli González explica a sus compañeras que danza con su nieta, Ana, mientras los varones reclaman un culín de sidra.

La propia fiesta de Güevos Pintos, no obstante, domina las conversaciones. El pregón del cura, el ambiente de la Pola, la última creación de los artesanos o esa lluvia que amenaza pero no golpea se suceden en la mesa de "Los Pepitas", que resuelven cada tema con un comentario jocoso y algunas risas. De pronto, alguien recuerda a "Gorín" y se nublan las sonrisas, Les Campes y todo el cielo de la Pola. La conversación recupera rápido su tono desenfadado, pero la pena está ahí.

Avanza la tarde y es hora de recoger el chiringuito. Besos, abrazos y el compromiso de retornar el año que viene, Dios mediante, a esa cita ineludible por Güevos Pintos. Lejos quedan ya los tiempos en los que "Los Pepitas" revitalizaron la Pola, allá por los años setenta del pasado siglo. Y también, quizás incluso más lejos aunque el calendario diga otra cosa, aquel impulso de los noventa, cuando la asociación tenía liquidez y socios a espuertas, y se instaló en La Carrera, donde gestionaba unas instalaciones que contaban con piscina, pistas de tenis y un edificio de usos múltiples que acabó convertido en restaurante.

Aquello acabó como acabó, pero todos recuerdan, con cariño y añoranza, lo que significaron "Los Pepitas" para la Pola y para cada uno de los más de 200 socios que llegó a tener el colectivo.