La Ría de Villaviciosa es un espacio de alto valor ecológico que sirve de zona de invernada y descanso migratorio para numerosas poblaciones europeas de aves acuáticas. En 1995 el Gobierno del Principado la declaró Reserva Natural Parcial. La UE la definió como Lugar de Interés Comunitario (LIC), Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), y Humedal RAMSAR.

Misiego, punto de partida. El recorrido parte de la entrada de la playa de Misiego, junto al camping, donde existe una pasarela de madera que discurre por encima de la escollera, junto al estuario por un sendero de madera apto para cualquier persona independientemente de la condición física que se encuentre. La playa es como un lago, ya que no está abierta al mar y la vegetación que la cubre en buena parte está constituida por plantas de marisma. Según vamos caminando por la pasarela tenemos a la izquierda la marisma con sus fangos y algas donde podemos ver en marea baja a gran cantidad de aves limícolas en busca de alimento, así como a las zancudas próximas al agua en busca de pequeños peces con los que alimentarse.

Por la derecha tenemos el marjal, una zona húmeda, de gran riqueza tanto en fauna como en flora que se alimenta del agua que entra a través de una brecha en el muro. Es un terreno pantanoso cubierto de vegetación en su totalidad y donde podemos contemplar aves acuáticas como ánades, cercetas y donde alguna que otra vez se puede ver a la nutria.

Los porreos, ganados al estuario. Casi al final del muro tenemos los porreos, extensas superficies de la marisma que se han ido ganando al estuario para su uso agrícola y ganadero, mediante la construcción de diques y canales de drenaje. Al final del muro la pasarela gira a la izquierda, con una espléndida vista de la ensenada de Misiego. La senda discurre pivotada por encima del mar en busca de la canal y deja a la derecha los campings de la zona. La ruta gira a la izquierda, dirigiéndose por la pasarela por encima del mar hasta llegar a la zona de los campings junto a la canal de entrada del agua, y desde donde tenemos una espléndida vista de la ensenada de Misiego.

Los canales menores, que desaguan a la ensenada, están activos en bajamar y crean ondulaciones de carácter arenoso de corriente en su lecho. Las llanuras arenosas durante la bajamar quedan al descubierto y muestran extensas superficies llenas de ondulaciones arenosas de corriente y de oleaje. Bordeando todos los márgenes de la ensenada distinguimos pequeñas playas y en la parte más distante hay un pequeño campo dunar, con vegetación típica .

Hacia el espigón que delimita la canal de la ría. La ruta transita junto a la canal de entrada por encima del espigón en busca del mar. Aquí podemos contemplar al otro lado la zona del Puntal. Pasamos por un pequeño puente para salvar una rotura del espigón, que en marea alta da lugar a una pequeña playa muy demandada para los niños pequeños por su seguridad. Es en esta zona donde en marea baja podemos rebuscar entre las rocas para ver los cangrejos y demás habitantes del espigón. Pronto se llega junto al eucaliptal, transformado en una inmensa área recreativa que en verano se llena. Seguimos por la pasarela hasta encontrarnos con una que viene a la derecha, justo a la entrada de la playa de Rodiles.

Surfistas en la ola de Rodiles. En Rodiles merece la pena dirigirnos hasta el final de la pasarela para ver a los surfistas practicar su deporte en la ola que se forma en la barra de arena de la entrada de la canal. Es aquí donde se forma la famosa ola de Rodiles, que según los aficionados es una de las mejores para practicar este bonito deporte. Es muy fácil verlos cabalgando sobre las olas durante todo el año. La playa de Rodiles es un extenso arenal salvaje y fina arena. En su parte trasera se forman unas dunas de arena rodeadas de un amplio y frondoso eucaliptal donde cobijarse del sol y de la arena. Rodiles forma parte de la llamada Costa Jurásica y su formación es muy rica en materia orgánica, lo que se puede apreciar en algunos fósiles y fisuras de las rocas, que conservan restos del petróleo que una vez llegó a esta playa.

Entre dunas y eucaliptos. De vuelta al cruce continuamos paralelos a la playa entre la duna y el eucaliptal, hasta el final de la misma, donde se encuentra el edificio de los socorristas. Poco después la pasarela se encuentra con otra que a la derecha se dirige a la playa y a la izquierda hacia los aparcamientos.

En este punto se puede girar a la izquierda hasta llegar a la carretera y continuar por ella hasta el final, donde se encuentra la depuradora y contemplar la belleza de los acantilados de Santa Mera. Al final de la carretera sale a la izquierda una pista que se introduce en el eucaliptal, hasta la parte más elevada del monte desde tenemos la mejor vista de la Ría de Villaviciosa.

Si los caminantes están cansados se gira a la derecha por el camino entre la carretera y los eucaliptos. Al poco trecho se pasa junto a la Gruta de Santiago, construida por los vecinos de Selorio y Rodiles. Al final del eucaliptal vemos a la derecha un charco y la pasarela que va por encima del espigón.

Aquí se gira a la izquierda, cogiendo la carretera que a los pocos metros se encuentra con un cruce junto a un bar, donde se va a la derecha para coger casi inmediatamente el camino de la izquierda y dar vista a los porreos de la ensenada de Misiego.

Una vez junto al mar tenemos dos opciones para continuar. La primera es seguir el camino que bordea los porreos, donde podemos contemplar el ganado compartiendo los prados con las aves. Al llegar a la carretera se gira a la derecha hasta encontrar el mar.

La segunda consiste en seguir por la pasarela hasta Misisego punto desde donde habíamos comenzado la ruta.