En el mercado de la Pola, como en todos los mercados, hay dos protagonistas principales: los vendedores y los clientes. Pero en torno a estas dos figuras se articula una pléyade de secundarios imprescindibles, de esos tan queridos a la escena española, sin los cuales el mercado no sería el mismo. Policías, pedigüeños, repartidores de panfletos, un afilador, cuponeros e, incluso, los chavales del "top manta" forman parte de la instantánea del mercado. Un reparto en el que también tienen un lugar destacado los artistas callejeros, como los mimos y los titiriteros.

Enrique Panamá es uno de estos intérpretes del arte milenario de las marionetas. Natural de Ecuador y residente en España desde hace varios años, Panamá hizo de su afición un oficio cuando, hace ya un lustro, se quedó sin trabajo. "Fue la crisis, sí, claro que influyó", afirma el joven, mientras prepara a sus marionetas.

Panamá se coloca habitualmente en la confluencia de Ildefonso Sánchez del Río con Enrique II, en plena conexión entre el mercado y el eje comercial de las calles peatonales. Un lugar de mucho tránsito, ideal para un artista callejero.

"Mis padres eran artesanos, trabajaban la madera, y yo también empecé a hacerlo de niño. Cuando me quedé sin trabajo, volví a trabajar la madera, y de ahí a los títeres", explica Panamá. Porque se da la circunstancia que las marionetas que protagonizan sus historias son además obra suya. "Están hechas enteras de madera, todo el cuerpo. Luego las pinto y las visto según el personaje, pero es todo madera", precisa.

Este martes, Panamá llevó a la Pola tres marionetas, cada una representante de un estilo musical: la música indígena, los boleros y el reggae. A lo largo de la mañana, cada uno de ellos iba reclamando su cuota de protagonismo, al son que marcaba el voluminoso altavoz que portaba Panamá, cuyo arte es menos controvertido que el que, recientemente, llevó a la cárcel a dos titiriteros en Madrid.

"Cada uno tiene sus inquietudes", afirma Panamá, por toda respuesta, cuando le recuerdan el tema. La suya no es otra que animar los mercados de toda Asturias, que recorre incansable con sus marionetas, haciendo realidad aquella canción de Serrat: "¡Titiritero, alehop! De feria en feria...".