"Fue algo mágico, había una conexión innata, la llevas ahí y cuando ves a Pepe mover las manos es un recuerdo inmediato, como un dejá vu". Son palabras de Tatiana Lavilla que resumen a la perfección lo que sintieron las mosconas que formaron parte de la "Schola Cantorum" de Grado en la década de los ochenta del pasado siglo durante el concierto sorpresa al que fuera su director, Pepe Avello. Un reencuentro después de treinta años que ha servido para recuperar el disco que grabaron en 1983 y que ahora todo el mundo quiere escuchar.
Sólo han conseguido la cara A en la Sociedad Fonográfica Asturiana, pero están buscando la parte B por todas partes. La encargada es Belén Alonso. El disco comprende un pupurrí de canción asturiana. "El coro empezaba a funcionar bien y me dediqué a encargar a compositores temas asturianos con los que concursaban en certamenes organizados por la Federación Asturiana de Coros. Una vez que me inicié y tuve contactos empezamos a trabajar mucho y grabamos. Salió un disco genial", asegura Avello.
Se grabó en la iglesia parroquial de San Pedro a lo largo de un mes, en 1983, con un magnetófono de bobina, junto a Pedro Bastarrica. "Había guardias cortando el tráfico para que no hubiera ruidos porque se grabó con sonido ambiente", recuerda Susana Argüelles. Mucho frío y ensayos hasta bien entrada la noche consiguieron el disco. "Repetíamos y repetíamos, Pepe era un látigo, pero muy gracioso", detalla Lavilla. "Quería que saliera lo mejor posible y nos exigía lo mejor de cada una", añade Victoria Elorza.
Una disciplina buscada por Avello: "Me gustaba mucho escuchar coros de voces jóvenes, frescas, que eran muy disciplinadas en la sonoridad, y yo sabía a dónde quería llegar y se lo exigía a ellas, y a mí, porque, si no, no se iba a conseguir". La exigencia de Avello consiguió que "Schola Cantorum" ganase todos los concursos de coros a los que se presentó. Tal era el nivel de las cincuenta voces blancas mosconas que llegó el momento en el que no les dejaban concursar para que asistieran otros coros, comenta Avello.
"En el bus a los concursos íbamos escuchando las canciones una y otra vez, y tomábamos pastillas de sal para aclarar la voz. Pepe nos decía: 'abrigar la garganta, miel y limón, y voces cuidadas'", señala Elorza. "A la vuelta nos desmechábamos", añade a carcajadas. La intensidad en los ensayos consiguió llenarlas de un sentiemiento de responsabilidad. De hecho, en Sigüenza las más pequeñas no pudieron cantar porque sobrepasaban el número de cantantes y aquello fue una auténtica desilusión. Eso sí, al día siguiente Avello las puso a todas a cantar porque grababa la televisión. "Queríamos cantar, pero no éramos competitivas, nos dimos cuenta de lo buenas que éramos ahora al escuchar el disco", dice Lavilla.
Unos ensayos que han vuelto a repetir los domingos de las últimas semanas para preparar el concierto homenaje, a las órdenes de Cristina Cañedo. Para los que viven fuera hacían audios que se enviaban por un grupo de whatsapp y así sacaron adelante once temas. Incluso trajeron hasta Grado a los hermanos José Ángel y Mari Ángeles Pardo, los solistas del coro.
En la capilla de los Dolores, donde se celebró el concierto, salió todo rodado. Nada más entró por la puerta Avello el coro se puso a cantar y él comenzó a reconocer timbres de voz. "Aunque pasaron treinta años ya, son voces que moldeé y las reconocí, empecé por las graves y dije: 'éstas son mis nenas', y luego ya empecé a reconocerlas físicamente", declara Avello.
Ellas tampoco habían olvidado los "ojos expresivos" de Avello con los que daba órdenes y detenía el ritmo, y que consiguieron redondear un concierto como si no hubiera pasado el tiempo.
"Schola Cantorum" busca ahora la cara B de su disco mientras planea, quizás, volver a reunirse para cantar.
