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El recorrido

Donde el agua se junta a la roca

Las cascadas de Penadecabras, en el concejo de El Franco, son un espectáculo que merece la pena contemplar. Las rocas que habitan en el río Mazo desde tiempos inmemoriales son testigos de todos esos trabajos que el agua lleva a cabo a su alrededor, en lugares de difícil acceso a los que merece la pena llegar, sólo por disfrutar de un paisaje único.

La contemplación de una rica flora y fauna autóctona es el premio a una ruta, que si se emprende desde Oviedo, comienza con el coche en la A-8 hasta la salida número 488 donde se sigue por la FR-1 hasta la Caridad, capital de El Franco.

La señal de la carretera. A la entrada se toma de nuevo la FR-1 por la que se continúa hasta llegar a La Braña donde se coge un desvío a la izquierda que nos lleva a Penadecabras. En el entronque de la carretera con la pista vemos una tosca señal que pone "cascada", desde donde vemos enfrente la cascada en una pequeña y arbolada vaguada.

Descenso por la pista de hormigón. La seguimos unos metros para, casi inmediatamente girar a la derecha y descender por una pista hormigonada que nos lleva a unas casas un poco más adelante y donde podemos dejar el vehículo en una amplia explanada, desde donde nos dirigimos hacia el desvió que existe antes de llegar a una casa.

Hacia el río de los Penedois. Descendemos por el camino encajonados entre las paredes de piedra que delimitan las fincas y que en pocos metros nos conducen al río de los Penedois. Seguimos aguas arriba durante unos metros, hasta que nos encontramos con un tosco puente hormigonado, de donde sale un camino a la derecha. Si seguimos sin cruzar el río a los pocos metros nos encontramos con la confluencia de río Penedois con el arroyo el Gumio, conformando un bello paisaje.

Un paseo entre arboledas. Aquí debemos dar la vuelta y cruzar el puente de hormigón y seguir por el camino de la izquierda que a través de una zona arbolada asciende hasta que volvemos a encontrarnos con un cruce de caminos, debajo de un prado. Seguimos por el camino de la derecha que se dirige hacia unos pinos que vemos enfrente y donde sale un estrecho sendero a la derecha, que ignoramos. Al poco volvemos a encontrar otro sendero a la derecha, por el que nos introducimos en el pequeño bosquete, donde, nos sorprende, entre los árboles, la belleza y la majestuosidad de una cascada.

Sobre el cauce del Gumio. Estamos ya encima del río Gumio, y para poder contemplar esta cascada, en todo su esplendor, debemos bajar al río por un estrecho sendero que desciende desde la parte más baja del pinar. Al llegar al río, la visión del salto es realmente impresionante, donde el agua forma distintos requiebros que se unen al final, para desembocar en una pequeña poza y luego continuar su precipitado descenso por el cauce del río.

Aguas arriba, con hermosas vistas. Volvemos al punto desde donde descendimos al río, para seguir aguas arriba por un estrecho y algo enmarañado sendero, pero que nos proporciona hermosas vistas de la cascada. Casi inmediatamente aparece ante nuestros ojos el río otra bella cascada que se precipita fuertemente en el río, conformado un paisaje donde solo faltan las hadas, gnomos y demás seres mitológicos para transportarnos a los cuentos que de pequeños leíamos. Nos acercamos todo lo que la vegetación nos permite hacia la cascada, donde vemos encima otra más pequeña de tamaño, pero también de gran belleza. Desde aquí no nos queda más que regresar por el mismo camino hasta el lugar donde hemos dejado el vehículo.

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