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La terapia de Mary es la música

"Memorizo todas las canciones", dice la niña naveta de 10 años que ha encontrado en las canciones y el baile una vía para superar las secuelas de la tuberculosis

Paula Menéndez y Andrea Calvo, ayer, con Mary Fernández, tocando el teclado durante la clase de musicoterapia. MARIOLA MENÉNDEZ

"Me encanta la música. Memorizo todas las canciones", dice entusiasmada Mary Fernández. Esta niña de 10 años ha encontrado en la musicoterapia una ayuda para luchar contra las secuelas neuronales que le ha dejado la tuberculosis y que la tuvo en la UCI diez días. Su lucha y la de su familia está siendo casi heroica. La enfermedad le paralizó el lado derecho del cerebro y sufre problemas de atención, comprensión, memoria, conducta y labilidad emocional (alteraciones en la manifestación de la afectividad).

Para Mary la música lo es todo. Ayer estaba encantada con el MP3 que le regaló su madre y que le llenó de canciones su musicoterapeuta, Paula Menéndez. No faltan temas de sus intérpretes favoritos: Justin Bieber, J Balvin o Juan Magán. Está convencida de que quiere ser cantante. Ése es su sueño. Pero la música es mucho más para la cría, pues además de trabajar la concentración y relajarla, le ayuda a ir manejando cada vez mejor la mano derecha a través de los instrumentos.

Menéndez destaca que precisamente ayer pudo comprobar un "gran progreso" porque ya consigue tocar con cada dedo una tecla del piano. Además, el baile le sirve para mejorar la expresión y la coordinación, mientras que la concentración de Mary aumenta cuando tocan juntas.

"Las emociones se expresan tocando. Musicalizamos cómo se siente" en ese momento, explica la musicoterapeuta. Así que sirve de apoyo para canalizar esos sentimientos. "Trabajamos la música que le gusta", indica Paula Menéndez, y como lo que más le gusta a la niña naveta es cantar, lo aprovecha porque "la voz es un instrumento que llevamos todos" y con ella también nos expresamos. "Se viene arriba y desahoga. Tiene que ser algo que le guste", comenta orgullosa de los progresos de su alumna.

La madre de la nena, Lucy Carapaica, explica que la musicoterapia está ayudando a su hija a mejorar "el movimiento de los dedos, el relajamiento muscular y le calma la ansiedad".

Así que no tiene duda de que lo recomienda porque, además, tiene claro que "los niños necesitan la música". "No sólo es ir al conservatorio a estudiar música y solfeo, de esta forma se enfrentan al instrumento", destaca Lucy Carapaica.

Paula Menéndez resalta que la musicoterapia también es muy eficaz para niños autistas pues "la música es un gran medio de comunicación para ellos y una forma de estimularles". Trabajan varias técnicas valiéndose del uso de instrumentos, la voz o el baile. Insiste en que es "una psicoterapia que ayuda al resto de terapias. Es una terapia de apoyo más".

La musicoterapia es una de las actividades extraescolares que ofrecen en el colegio San Bartolomé de Nava -también en los rurales agrupados de la Coroña (Ceceda y Cabranes) y la Marina (Villaviciosa)-, explica Andrea Calvo, directora del proyecto de Escuela de Música "Moz-art" que trata de acercar este arte a los niños porque además del puro disfrute les ayuda en distintas competencias.

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