La primera jornada de Valdesoto d'Antañu, celebrada en la Casona de Leceñes a lo largo de todo el día de ayer, no pudo ser más asturiana. Porque allí no solo se revivieron costumbres y usos de hace cien años y se consumieron productos muy de la tierra como tortos con picadillo, bollos preñaos y, por su puesto, sidra, sino que hasta el tiempo pareció ser un homenaje a la tierra. Todo el tiempo encapotado, orbayando levemente por momentos pero sin que llegase la sangre al río.

En este primer capítulo tuvieron lugar los actos oficiales, cuya solemnidad parecía chocar con las escenas costumbristas que se vieron por todas partes y que fueron de todo menos solemnes. El principal de estos actos fue la entrega de la Mención d'Antañu al Museo de la Sidra de Nava. El alcalde del municipio vecino, Juan Cañal, fue quien recogió el reconocimiento como presidente del patronato de la Fundación del Museo de la Sidra, de manos de Pepín García. Como mencionó García, el premio es un reconocimiento al museo "por dar a conocer la bebida por antonomasia en Asturias; si alguien habla fuera de Asturias de algo que nos representa a los asturianos es la sidra", que está representada desde la plantación de la manzana hasta el consumo en el museo. Cañal dedicó el premio a los trabajadores del museo. También hubo un agradecimiento a José Manuel Pardo, por su colaboración todos los años con la causa.

Esta primera jornada, que suele atraer sobre todo a la gente de Valdesoto, cuenta no obstante con algún visitante fiel de otros lugares. Es el caso de Laura Sánchez y Javier Abad, que acuden siempre con su hija Claudia. "Estuvimos hace tiempo y nos gustó, y ahora venimos todos los años; nos gusta mucho, porque es algo nostálgico, recuerda una vida del campo que yo viví", explicó Sánchez.