El arte de hacer sidra tiene un único secreto: dedicación. Es lo que se extrae del trabajo de dos hermanos de Feleches, Antonio y Casimiro Fernández, que resultaron ganadores en último concurso de sidra casera celebrado el pasado fin de semana en su parroquia, en el que participaron 29 productores de todo el municipio. "Hacer buena sidra es cuestión de probar y aprender", dicen, porque es así como han llegado a donde están. Hace 12 años plantaron su primer manzano, y cuatro años más tarde elaboraron la primera sidra. Después de probar, equivocarse y volver a probar, han comenzado a ver los resultados de su trabajo. Una sidra de buena calidad gracias al mimo minucioso del todo el proceso, desde el árbol hasta la botella.

Como explica Casimiro Fernández, los hermanos decidieron plantar manzanos y comenzar a elaborar sidra al ver que se acercaba su jubilación, y una vez que las fincas de su madre, Margarita Álvarez -a cuyo nombre, por cierto, se inscribió la sidra que ganó el concurso- quedaron en desuso. Querían hacer algo por darles vida.

Cuando empezaron no sabían nada del asunto. Lo ilustra perfectamente la anécdota que cuenta Antonio sobre los primeros árboles: "Fui a comprar plantones al mercado de Grado y el hombre que me los vendió me dio todas las variedades que le pedí: eran seis y tenía las seis. Eso creía cuando los compré, porque cuando crecieron vi que no se correspondían con las que le había pedido. Me la había colado".

Empezaron con treinta árboles, y con el tiempo han llegado a tener cerca de 600, que incluyen todas las variedades de la Denominación de Origen. Son unos grandes defensores de la manzana autóctona. Un paso importante fue su adhesión a la Asociación Sierense de Amigos de la Manzana, donde han aprendido mucho sobre poda, productos fitosanitarios y otros aspectos relativos al cuidado de los árboles.

En cuanto a la elaboración propiamente dicha de la sidra, si bien se informaron bien, lo que más les ha hecho avanzar ha sido su propia experiencia. Cada temporada tratan de corregir los posibles errores de la anterior. Un ejemplo es el de la madurez de la manzana. Hasta hace unos pocos años, la manzana que llevaban al lagar estaba mucho más verde de como la llevan actualmente, y eso se nota en el producto final.

No obstante, al tratarse de sidra casera, ellos insisten en que trabajan conforme a sus gustos. Y los hermanos no coinciden. A Casimiro le gusta la sidra más dulce y a Antonio, más seca. "Esto en parte es bueno, porque así entre los dos aprendemos a equilibrar", sostiene Casimiro. En cualquier caso, hay barriles para el gusto de cada uno de ellos.

Ahora que la manzana les ha dado esta alegría, van a probar con la uva. Hace dos años comenzaron a plantar uvas de vino blanco y tinto con las que intentarán elaborar sus propios caldos. Sin ninguna ambición comercial, sino por pura vocación. Antonio cosecha desde hace años vino con un grupo de amigos en la provincia de León, y ahora que el tiempo parece ser más benévolo en su propia tierra ha decidido probar el comportamiento de la uva en Feleches. Los resultados no se podrán comprobar hasta dentro de unos años pero, en cualquier caso, el entusiasmo ya lo tienen hoy.