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Un visionario del campo asturiano

El juez y ganadero de Pravia Fernando Inclán, ahora ya retirado, aventuró en 1984 los problemas que hoy sufre el sector

Fernando Inclán Suárez. M. D. E.

Allá por el año 1984, Fernando Inclán Suárez, licenciado en Derecho, juez en Pravia y ganadero en Villamondriz, gran estudioso de todo lo publicado sobre el campo asturiano desde la época de Jovellanos y autor de numerosos trabajos sobre el sector primario asturiano fue invitado por la Fundación José Barreiro para pronunciar una interesantísima conferencia sobre los problemas de la agricultura entonces. 32 años después, aquel trabajo titulado "La casería asturiana. Historia y perspectivas" adquiere un especial interés al comprobar que la mayoría de los vaticinios que Inclán hacia en su trabajo, a corto y medio plazo, sobre el declive del sector primario asturiano se están cumpliendo.

Afirmaba, refiriéndose a la crisis de la agricultura tradicional y a la aparición de la moderna ganadería, que "superado el periodo de escasez y privaciones de la posguerra, con el racionamiento y el 'estraperlo', lo que supuso la anómala vuelta de población al campo, y recuperada , hacia 1952, la cabaña bovina existente con anterioridad a la contienda civil, el desarrollo económico del país hizo caer en profunda crisis a la agricultura tradicional". Las causas de esa situación "fueron la industrialización y el rápido proceso de urbanización, debido al trasvase de masas rurales a los sectores productivos de las grandes ciudades, lo que originó un fuerte crecimiento de la renta, lo que trajo consigo una modificación en la demanda de productos alimenticios, sustituyéndose en la dieta cotidiana las proteínas pobres de origen vegetal por las animales más ricas...".

Ya en 1984, el autor preveía lo que años más tarde se constataría como una gran realidad. Señalaba que " el nuevo desarrollo ganadero presenta un carácter inducido; no surge de la libre elección de los campesinos, sino de la manipulación e influencia de intereses ajenos al sector, especialmente de la industria láctea y de las fábricas y proveedores(..). Al no interesarles el desplazamiento del sistema de producción familiar por el industrial, puesto que la fase de producción agraria no es rentable y les llevaría elevados costes humanos y sociales , se reservan exclusivamente la venta y comercialización de los inputs y outputs del campo, intentando que permanezca la explotación familiar, pero no para buscar su racionalización, sino para ponerla bajo su entera sumisión".

Las dudas sobre los inconvenientes catastróficos que para el campo asturiano supondría por aquellos años 80 la adhesión de España a la CEE ya eran expuestos con gran claridad por el juez, quien señalaba al respecto que "en el supuesto de nuestra integración en la Comunidad Europea, al ser el sector lácteo uno de los mas afectados -pues el déficit de 681 millones de litros de leche fresca de las regiones Ebro, Nordeste y Levante, que supone el 17,8 % del volumen total entregado a la industria transformadora, será abastecido con la producción francesa, dada la proximidad a la frontera y las comunicaciones mas fáciles que con el norte del país- esta transformación agraria habrá de realizarse en un periodo largo de ocho o diez años, siendo muy conveniente que los gobiernos de las distintas comunidades autónomas de la España húmeda aúnen ideas y esfuerzos para robustecer su postura negociadora. Ciertas dificultades que en la actualidad parecen insalvables, como el excesivo numero de explotaciones, la mayoría marginales, y la escasez y carestía de la tierra, al final de este periodo transitorio se subsanarán solas, sin intervención alguna, dado el gran envejecimiento campesino y el elevado numero de caserías sin sucesión".

Ante la coyuntura de nuestra entrada en la CEE, Inclán proponía las Directrices para un Plan Agrario Regional, para lo cual afirmaba que "vistas las características peculiares de la casería y la escasa respuesta de los campesinos a la reciente reglamentación estructural lechera, queda claro que no puede arrancar solamente de la ejecución del conocido Estatuto de la Leche. Asturias ya esta demasiado polarizada hacia la producción láctea, para que ahora la acentuemos aún más".

Para vencer esta atomización en las producciones lácteas, ponía como ejemplo "los cuatro tipos de explotación agraria existentes en la región: la propia de la zona costera, con dedicación casi exclusiva a la leche; la de los valles interiores, que debería inclinarse a la producción mixta de carne y leche; la de la alta montaña, de cría de ganado de abasto en los abundantes pastos; y finalmente, la pequeña explotación a tiempo parcial de la zona central, dedicada al policultivo".

Sobre la diversificación en las producciones, tan de moda actualmente como forma de aportar recursos económicos al sector primario, señalaba "que no pueden tomarse como una panacea la apicultura y otras pequeñas industrias y cultivos de frutos silvestres, pues todo ello no dejan de ser aficiones complementarias y de carácter minoritario".

El tradicional minifundio del campo asturiano también era tema de preocupación para Inclán, quien aseguraba que "las concentraciones parcelarias, al no abarcar todas las tierras y fincas de un pueblo o aldea, sino al reducido numero de hectáreas de una vega o una ería, no promueven, como en Castilla, la transformación y el desarrollo agrarios, generando en nuestro caso el cambio ganadero necesario".

Hace 30 años auguraba el retorno al medio rural de gentes provenientes de las grandes ciudades: "La crisis económica generalizada paraliza el éxodo rural y devuelve hombres al campo y el creciente porcentaje de trabajadores simbióticos -medio campesinos, medio obreros-, sobre todo en la zona central, unido al ansia de un determinado numero de población urbana por poseer pequeñas fincas en las aldeas, hace reaparecer nuevamente el minifundio con sus funestas consecuencias. Para la expansión territorial de la casería, ante el poco uso del arriendo formal de fincas, bloqueado hoy día como resultado de una legislatura protectora del colono, la única solución está en la cesión forzosa de las tierras abandonadas, incitada con sanciones fiscales; el mejor aprovechamiento de los pastizales; y la roturación de los terrenos dedicados a monte bajo".

Fernando Inclán, a punto de cumplir 82 años y residente en el centro del ERA de Pravia, se muestra incapaz de hacer un vaticinio para dentro de otros 30 años. Sin embargo, pese a la edad y los achaques de salud sigue al pie del cañón sobre todo lo que se publica en torno al campo asturiano. En su armario atesora varios documentos, en una carpeta azul: "Mira, éste es de LA NUEVA ESPAÑA, de fecha 3 de marzo de este año, ahí tienes los titulares: 'Asturias perdió en diez años un tercio de sus explotaciones de ganado vacuno'".

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