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Sariego, meca del calendario

El matrimonio formado por Inma Peña y Fernando Rodríguez, que se conocieron a través del coleccionismo, reúne en su casa de Vega 330.000 almanaques

Sariego, meca del calendario

A Inma Peña y a José Fernando Rodríguez les unió el amor por los calendarios de bolsillo y ya llevan juntos casi dos décadas. Es ese tiempo han logrado reunir hasta 330.000, aunque cuando se casaron él ya tenía 35.000 y ella unos 5.000. "Llevo toda la vida. Empecé con trece o catorce años, y en serio cuando la mili", explica Rodríguez.

Inma Peña cuenta que también empezó joven con esta afición y "con 26 años tenía 800". Era un número nada desdeñable, pero cuando conoció al que hoy es su esposo, gracias a este coleccionismo, y descubrió que tenía 20.000, pensó que los suyos no eran tantos como creía. "Conozco sólo dos colecciones en España, una en Bilbao y otra en Zaragoza, que está a la par, que puedan ser mejores que la mía", destaca Fernando Rodríguez. Por lo que ella estima que, sin lugar a dudas, están entre las cinco más completas de España.

Su pasión por los calendarios de bolsillo les ha llevado a diseñar y hacerlos ellos mismos. Muchos son por encargo. Cuentan que les han pedido "de todo tipo", principalmente "lo que no hay en el mercado", argumentan. Los más solicitados suelen ser los de los equipos de fútbol, pero también hay quien los ha pedido alusivos a los ex dictadores Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera o con la bandera republicana. "Te piden la cosa más peregrina que se te pueda ocurrir", matiza Fernando Rodríguez.

Agrega que la crisis económica también ha afectado al coleccionismo de calendarios de bolsillo porque cuando hay dificultades, "prescindes de estas cosas". Además, ha dejado de ser un regalo habitual de las empresas, principalmente de los bancos. Mientras Inma Peña reconoce que lo sigue utilizando habitualmente y lo lleva en la cartera porque es "muy despistada para las fechas", su marido prefiere sólo coleccionarlos.

Por estos pequeños almanaques se pueden llegar a pagar desde 50 euros hasta lo que uno esté dispuesto a dar. Hay quien se ha llegado a dejar hasta 800 euros por uno de la marca de naipes Fournier, que edita los calendarios similares a una carta. En concreto, esta cotizada pieza era "el especial, el más antiguo de la casa que se conoce y son más valorados que el resto no sé por qué?", indica Rodríguez. Inma Peña resalta que "influye el diseño y el tacto". Explica que éste tiene que ser "suave, agradable, que te invite a coger más, que sea goloso? " y los coleccionistas también aprecian que tengan el mismo tamaño.

Su ilusión es tener el del año 59 de los calendarios que Coca-Cola editó en España. El que le falta tiene una botella de la popular bebida sobre fondo azul y un sol. Por él pueden llegar a pedir hasta 350 o 400 euros, que ella no está dispuesta a pagar. Su favorito es uno de 1865, que es una especie de librito en el que se incluye también el santoral. Son los troquelados de las casas de chocolate Amatller y Juncosa, que empezaron a editarlos en los años 70 del siglo XIX y dejaron de hacerlos en la Guerra Civil. "El objetivo es completar la colección", explica Fernando Rodríguez. De los 60 que hay, ellos han reunido casi una treintena. Pero "ahora ya no los encuentras y los precios se disparan". Agrega que entre los ejemplares más raros se encuentra "uno cosido en tela, pero los hay de corcho, metálicos? Cuanto más modernos, menos originales". El más antiguo data de 1847 y es de temática religiosa, mientras que otro de los más llamativos es de 1853 y lleva una guía de precios de billetes de tren de la línea Madrid-Zaragoza. A partir de los años 60 se empezaron a imprimir los calendarios con el formato actual.

"Para mí los más bonitos son los rusos", dice su mujer. Pues a la colección de calendarios españoles, suman los extranjeros, principalmente, de Europa central y del este, aunque también los tienen de Mongolia, Indonesia y Egipto.

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