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El sifón tiene relevo en la Pola

Lelo Cuesta, coleccionista y único reparador en activo del emblemático envase del agua carbónica, enseña a su nieto sus secretos para que el oficio no desaparezca

Lelo Cuesta enseña a su nieto Mateo a reparar un sifón en su museo de la Pola. L. BLANCO

El futuro del oficio de reparar sifones pasa por un niño de 12 años. Mateo Cuesta está dispuesto a renunciar a buena parte de su tiempo libre durante este verano para conocer de la mano de su abuelo, Lelo Cuesta, de 84 años, los secretos que le han convertido en el único reparador en activo de este emblemático envase del agua carbónica.

Dos meses después de que Aurelio Antidio, nombre de pila de Lelo, anunciara que en abril de 2017 cerrará definitivamente el Museo del Sifón que dirige en su bajo de la calle La Soledad de la Pola, se ha encontrado con que la inquietud de uno de sus cuatro nietos por el coleccionismo podría hacer que su legado siga vivo más allá de su jubilación.

El pequeño Mateo, alumno del colegio Santa Teresa de Jesús y jugador de fútbol en el Centro Asturiano de Oviedo, descubrió el valor de la colección de su abuelo bastante lejos de su casa. "Estábamos en Galicia, se fijó en una muestra de botellas que le gustó mucho y fue cuando empezó a valorar lo que teníamos en el taller", explica Miguel Cuesta, hijo de Lelo, padre de Mateo y también parcialmente conocedor del oficio. "Le enseñé cuando era poco más que su hijo, pero con el tiempo ya se le ha olvidado", comenta el patriarca de los Cuesta.

Un error en el que no quiere caer Mateo, coleccionista aficionado de figuras de Lego y otros objetos, que desde hace unos días atiende atentamente las lecciones de un abuelo entregado a la causa. "El sifón tiene 19 piezas, entre las que hay válvulas, bielas, segmentos y pistones, como ocurre con los coches", explica el mayor y posiblemente único experto en sifones de Asturias, que a sus 84 años sigue reparando los envases para el sifonero de Soto del Barco, Julio Valdés. Lecciones que el joven aprendiz absorbe como una esponja y trata de poner en práctica cada vez con más éxito. "La semana pasada empezamos con los sifones más pequeños y ésta pasaremos a los mayores", cuenta Mateo, que reconoce que el oficio "está un poco complicado", pero tanto él como su familia creen que su empeño y dedicación darán resultados.

Y qué mejor para ello que contar con la experiencia de toda una vida de dedicación a una labor convertida en arte, en la que la repetición de los supuestos de averías hace que Lelo tenga todo un manual de procedimiento en su cabeza. "El desgaste de los segmentos, que se sequen las empaquetaduras y las roturas en los tubos que generan escapes del gas son los principales daños que suelen encontrarse en un sifón estropeado", sostiene el hombre, que desde 1970 ha conseguido reunir en su colección hasta 23.000 sifones, una parte importante de los cuales forma parte de uno de los museos más singulares de Asturias en lo que respecta a su contenido.

Para solucionar esas averías, Mateo no sólo tendrá que emplear los conocimientos de su abuelo, sino que también deberá servirse de las muchas piezas que actualmente ya no se fabrican en ningún lado, pero que Lelo conserva por miles para, al menos, tratar de alargar un oficio postergado por el cambio de hábitos en el consumo, tanto de hogares como de establecimientos hosteleros. "Antes el sifón se acompañaba con el coñac, el vino y otras bebidas, pero las modas han cambiado y se consumen más otras cosas", cuenta un hombre que llegó a vender diariamente decenas de cajas de sifones, tanto a tiendas como a casas particulares, a mediados del siglo pasado.

A pesar de la buena predisposición de su nieto a coger el relevo, Lelo no se plantea dar marcha atrás a su decisión de bajar la persiana del Museo del Sifón, para el cual ya le ha puesto como fecha de cierre el 14 de abril de 2017, justo el día en el que cumplirá 85 años y firmará una jubilación que, por suerte, finalmente podría no suponer la desaparición de la actividad, que pasaría a ser sostenida por un nuevo sifonero con el apellido Cuesta que aspira a hacer honor al mismo y a hacer de los sifones su bandera.

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