La residencia del Centro Polivalente de Recursos (CPR) Valentín Palacio de Pola de Siero celebraba ayer todo un acontecimiento. Una de sus residentes, Etelvina Suárez Canteli, cumple cien años, y los responsables del establecimiento han querido homenajearla por ello. Fue un reconocimiento sencillo al que acudió su familia. Todos la felicitaron, le cantaron el "cumpleaños feliz" y la agasajaron. Ella, algo abrumada por el acontecimiento, confesó que "preferiría cumplir cuarenta".

Su hija, Azucena Cueto, explicó que la familia de su madre ha sido especialmente longeva, y que el hecho de llegar a tan alta edad no se debe a unos cuidados excesivos. La madre de Etelvina llegó a los 102 años, y sus hermanas murieron con cerca de cien.

"Ella siempre fue de comer bien y de todo; no se guardaba de comer chorizo o lo que fuera", asegura Azucena Cueto. Y "no era de ir mucho al médico", solo cuando era estrictamente necesario.

Parece, entonces, que la genética es lo que más ha influido en una longevidad que lleva con alegría y sin muchos sobresaltos.

Ahora, su principal problema es la artrosis, que le impide caminar, con lo cual está obligada a a ir en silla de ruedas, pero por lo demás su salud es buena. Reconoce perfectamente a su familia, y no sufre dolores, algo que a una edad tan avanzada es difícil de encontrar. "En general, tiene calidad de vida", dijo su hija.

Etelvina Suárez Canteli trabajó desde bien joven. En su primera juventud tenía una tienda en Lieres, y además era modista. "Solo cuando se casó dejó de coser para fuera, y empezó a coser únicamente para los de casa", explicó Azucena.

Eran otros tiempos, y necesitaba trabajar duro para ganarse la vida. "En aquella época lo tenían más difícil, y todos tenían que hacer lo que podían para salir adelante; hoy nos quejamos mucho, pero creo que lo tuvieron peor ellos", concluyó.