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El médico que se jubila para ser poeta

David Muñoz se retira después de 33 años en el ambulatorio de Grado para dedicarse a su familia y a la literatura

David Muñoz, en su casa de Grado. S. ARIAS

Con sus palabras ha sabido cuidar y dar consuelo a sus pacientes durante los 33 años que ejerció como médico en Grado, y con palabras quiere continuar su vida. Ahora lo hará en negro sobre blanco. David Manuel Muñoz Vidal se jubiló el pasado 27 de junio y ahora dedicará el tiempo robado por su profesión a su familia, cuidar su corazón y para aposentar una pasión que le mueve desde niño, la literatura. Ya lo dice él mismo: "Fui poeta antes que médico".

Muñoz nació en León y estudió con una beca-salario que le concedieron en 1968 y con el apoyo de su familia. Inteligente, despierto, muy estudioso y perfeccionista, todo se le daba bien y terminó inclinándose por la Medicina, que estudió en la Universidad de Valladolid. Pretendía convertirse en catedrático de Farmacología, pero el destino quiso que el joven galeno iniciase su actividad como médico rural en Pola de Gordón, Llanes y Santander, para recalar finalmente en la villa moscona. "No pude dar marcha atrás", manifiesta.

Quiso venir a Asturias por el espíritu de los asturianos: "La idiosincrasia del asturiano no se parece a la de ninguna otra comunidad autónoma, son francos, simpáticos, nobles y jocundos, tienen generosidad y un espíritu 'echao p'alante'", describe.

En la villa moscona vio crecer a su familia -tiene mujer y dos hijas- y comenzó a ser muy querido entre los pacientes. "Sólo conocía Grado en el mapa y encontré el cielo abierto", sentencia. Su buen hacer como médico le sirvió para ser uno de los facultativos con más "grandes longevos", pacientes que pasan de los 100 años de edad, como Manuela Fojaco, quien falleció a los 114 años. "El arma más poderosa que tiene el médico es la palabra, es una profesión que requiere mucho conocimiento y dedicación al estudio, pero un paciente perdona antes un fallo de diagnóstico que un mal trato", afirma.

Una dedicación individualizada que le obligó a doblar la jornada y seguir atendiendo pacientes hasta las siete de la tarde, comer una vez al día "como los perros", dice, y robar horas al sueño. "El sistema ha menoscabado al médico porque exige el máximo en poco tiempo y es necesario escuchar al paciente, hay que conocer con precisión el diagnóstico y el tratamiento, y hacer labor terapéutica, pero el sistema no lo favorece", estima. Por eso cree que es necesario cambiar las políticas sanitarias y dotar al sistema de más médicos porque "no son suficientes" los que hay. Asimismo, alerta de los problemas que habrá en diez años en la atención primaria, cuando se jubilará el 50 por ciento de la plantilla, y "Asturias no lo ha previsto".

En este sentido, dice que es "muy triste" que lo único que le importe a la Administración pública sea el gasto en relación al número de bajas, en vez de que examinen el trabajo de los médicos y cómo van los pacientes. "La sanidad bien hecha es cara". También critica que es una profesión poco valorada y poco remunerada, por la que los políticos "no han hecho nada". "Al final, el prestigio médico te lo dan el buen hacer profesional y la respuesta de los pacientes", considera.

Una profesión que define como dura y nada graciosa, ya que en la consulta del médico lo que se escuchan son quejas, llantos, tristezas y muertes. "Requiere dedicación, estudio y alma, sufres quieras o no y es imposible que no te afecte, te lo llevas a casa e interfiere en el día a día". Con todo, cree que el futuro de la medicina será "asombroso" ligado a la nanotecnología y a la genética.

Él ya no estará para poner en marcha los últimos avances médicos en el ambulatorio de Grado, donde es muy querido por compañeros y pacientes. Ahora se dedicará a su familia, a la que asegura que le ha dedicado poco tiempo. Su esposa y sus hijas ya disfrutan las mieles de su jubilación y no quieren que regrese a la actividad profesional ni de broma, aunque era la intención del galeno en un principio.

Tampoco tendrá que robar más horas al sueño para escribir, pese a que reconoce que tiene una fuerte tendencia a la nocturnidad, que da al escritor intimidad. Muñoz aprendió a leer con "El Quijote" de Cervantes, que leía con gusto a sus compañeros de escuela. Siempre el mismo capítulo y siempre la misma emoción. "Les leía el capítulo de la muerte del Quijote y siempre terminaba llorando", desvela. Unos comienzos con los libros que le llevaron a ser un enamorado de la literatura clásica española. Por eso desea que las novelas actuales que rompen los números de ventas caigan en el olvido: "Triunfa la novela pornográfica que no es más que una bazofia, los grandes autores actuales están en segunda fila, a la sombra, y no son reconocidos".

Su afición íntima de escribir cuenta ya con siete novelas sin terminar, a las que se dedicará en los próximos años. Ya trabaja en su historia sobre la batalla del Mazucu en la Guerra Civil y no descarta publicarla. "Podría intentarlo", añade. Muñoz ya no tendrá el estetoscopio colgado al cuello, ahora lo sustituirá por la pluma y el ordenador. El médico de Grado se jubila para ser poeta.

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