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Santa Ana, una fiesta en torno al agua

La ofrenda del indiano Benigno González Longoria por salvarse de un naufragio a finales del XIX inició la celebración moscona de julio, marcada por un desfile regado desde las ventanas

Un novenario y una fiesta para los pobres. Así fue el inicio de la celebración de Santiago y Santa Ana en Grado, ligada a los moscones emigrados en Cuba que a finales del siglo XIX organizaron el festejo. Una celebración que ha ido cambiando con el paso de las décadas sumando gigantes y cabezudos, carrozas o cambios de ubicación del prao de la fiesta hasta la actualidad, con la moda de las camisetas de las peñas y el aguante de 24 horas de fiesta. Santiago y Santa Ana son para los moscones, los días más divertidos y familiares del año. Y ya ha comenzado la cuenta atrás para la celebración de finales de mes.

Dice la historia que fue el indiano Benigno González Longoria quien impulsó los festejos en la villa moscona, que hasta el momento sólo celebraba San Antonio. "Se disponía a venir en barco a Grado desde Cuba y el barco en el que navegaba casi naufraga. Entonces ofreció a Santa Ana que si se salvaba haría en Grado un novenario y una comida para los pobres del concejo y así es cómo se originaron nuestras fiestas más emblemáticas", comenta Gustavo Adolfo Fernández, cronista oficial de Grado y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA.

El festejo comenzaba con la banda de música a la cabeza del desfile que recorría las calles de la villa e iba recogiendo a los vecinos, que se sumaban a la caravana festiva. Tuvieron tanto éxito entre los moscones que surgieron hasta canciones, como la coplilla que cantaban los jóvenes de regreso a casa y que, según Fernández, decía así: "Santa Ana se celebró por Carlos 'el de Gunia', vivan los americanos que quieren la romería". Carlos "el de Gunia" era tío-abuelo del fallecido abogado moscón Luis Martínez. "Es curioso que esta familia está íntimamente ligada a las fiestas, pues la romería se celebraba en el prao "de la Güelga", de su propiedad", explica Fernández.

En 1943 se funda la Hermandad de Santiago y Santa Ana en la desaparecida sidrería "El Infierno", con Telesforo Palacios como presidente. Una década en la que los festejos se caracterizaban por procesiones religiosas y en la que los jóvenes disfrutaban de baños en el río Cubia, el bollo preñao y la botella de vino.

En los años cincuenta y sesenta comienzan los festejos a tener un carácter más lúdico y las procesiones van dejando paso a los desfiles con gigantes y cabezudos y algunos carros tirados de bueyes. También por este tiempo, la fiesta se trasladó al parque de Arriba o Manuel Pedregal, aunque al final de la tarde los romeros se desplazaban hasta La Borbolla para disfrutar de la quema del "Xigantón", una tradición que ha llegado hasta nuestros días. El colofón a las fiestas lo ponía un baile en la desaparecida sala "Mayjeco".

La explosión festiva tuvo lugar en la década de los setenta y ha conformado los festejos hasta hoy. En 1979 la Hermandad tenía 4.500 socios, una cifra muy superior a la actual, un incremento que surge cuando Alfredo Huerta se convierte en presidente de la Hermandad con un grupo de jóvenes en la directiva que le dieron un gran impulso. Fue en ese momento cuando surgió el desfile de carrozas, elaboradas por las asociaciones vecinales.

El desfile de carrozas también animó la tradición del agua que impera en el día de Santa Ana. Fernando F. Arias, miembro de la directiva por aquel entonces, recuerda que todo surgió sin pensar. Los jóvenes se tiraban vino los unos a los otros "y el calor animó también a tirarse agua, y empezaron también a tirarla desde las ventanas, siendo cada año mayor la participación", resume.

Santiago y Santa Ana continuaron la tradición del desfile del agua, que no puede faltar ya entre los moscones y en la década de los noventa dio paso a las intensas madrugadas de Santiago y los intentos de batir el récord Guiness de beber calimocho. También por esta década hubo una intensa actividad festiva por los barrios, desde la fiesta de "La Grasa" a la de la Ferrería, que este año recuperan los hosteleros de la zona. Las carrozas comenzaron a convertirse en carros tirados por tractores con cubas de vino.

Ya entrado el siglo XXI, los festejos contaron con el apoyo de tres jóvenes moscones, Álvaro Sánchez, Armando González-Arechaga y Carlos Casares, quienes colaboraron con la Hermandad para implicar a los jóvenes del concejo. Llevaron su espíritu de juerga bajo el título "The House of fun" (La Casa de la Diversión), en recuerdo del bar nocturno que regentaron durante unos años.

Es en esta época también cuando se pone de moda entre los grupos de amigos diseñar una camiseta para lucir en los festejos de cuyo éxito da buena cuenta el concurso que organiza ahora el Ayuntamiento para premiar la imaginación de las peñas festivas.

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