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El sierense que se tomó un "cubalibre" con el "Che" y Fidel Castro

El Archivo de Siero custodia una foto de 1959 en la que un asturiano comparte mesa con los guerrilleros recién tomada La Habana

Sentados, por la izquierda: Ernesto "Che" Guevara, Raúl Castro, Fidel Castro y el turista sierense, en La Habana, hacia el mes de febrero de 1959. ARCHIVO MUNICIPAL DE SIERO

A las numerosas joyas y los prodigiosos secretos que guarda el Archivo Municipal de Siero se ha unido una fotografía singular, inesperada. Un pedazo de historia del siglo XX con un extraño vínculo con el concejo. En la imagen, fechada en La Habana hacia el mes de febrero de 1959, se ve a tres míticos guerrilleros compartiendo unas bebidas, suponemos que "cubalibres", con un cuarto hombre vestido únicamente con una camisa blanca. En torno al grupo, una pléyade de camareros sonríe a la cámara, aunque no son más que figurantes.

El interés reside en el cuarteto: los guerrilleros son nada menos que Ernesto "Che" Guevara y los hermanos Castro, Fidel y Raúl, aún triunfantes tras asaltar los cielos. El cuarto hombre, en cambio, es un ciudadano desconocido, un hombre lampiño de aspecto impoluto y gafas de pasta, que no parece proceder precisamente de Sierra Maestra. Pero este hombre, y esta es la razón por la que la fotografía ha acabado en el Archivo, parece ser que era asturiano, con raíces en Oviedo y Siero.

La identidad del cuarto hombre, aunque no es un misterio, ha de ser preservada por deseo expreso de su familia. Pero su historia, la singular peripecia que le llevó a compartir una copa con la santísima trinidad de la revolución cubana, ha de ser contada. La relata el poleso Mario Canal, precisamente el hombre que ha obtenido una copia de la fotografía para depositarla en el Archivo sierense. "Nuestro hombre estaba en Cuba de viaje de novios cuando llegó Fidel", relata Canal. El sierense, según parece, tenía familia en Cuba, y los había visitado aprovechando la tesitura. En pleno viaje, la historia alcanzó la isla como un tifón, arrasando todo a su paso. Fulgencio Batista, el dictador que gobernaba Cuba tras protagonizar un golpe de estado en 1952, saqueó las arcas del estado y abandonó el país el día de año nuevo de 1959. Ese mismo día, Fidel Castro tomó Santiago de Cuba, y el "Che" Guevara salió de Santa Clara y puso rumbo a La Habana.

La ciudad, cuna de José Martí, vivía este cambio con frenesí e incertidumbre. La historia esperaba a la vuelta de la esquina, y la urbe no sabía si recoger sus ganancias y huir o seguir apostando contra la casa. En medio de ese terremoto, de esa inquietud, estaba nuestro sierense con su familia.

Los días pasaban y la ciudad recuperaba algo parecido a la normalidad, pese a los juicios sumarísimos. Para el mes de febrero, Fidel Castro esperaba por su nombramiento como primer ministro y el "Che" Guevara estrenaba la ciudadanía cubana después de que el gobierno presidido por Manuel Urrutia introdujese un artículo en la Constitución, aprobada el día siete de ese mes, por el cual se concedería tal condición a aquellos extranjeros que hubieran combatido dos o más años a Batista, ejerciendo el cargo de comandante durante un año.

Quizás para celebrarlo, quizás por un simple deseo de tomar algo, el "Che" Guevara y los hermanos Castro entraron una mañana de febrero en un café de La Habana. Fuertemente escoltada, la terna tomó el local como antes había hecho con el resto del país. Y en esto entró al café un asturiano, siempre según el relato que hacen de la historia sus allegados.

"Al entrar en el local les encañonaron y les registraron, preguntándoles qué hacían allí, a qué habían ido a Cuba", relata Mario Canal. Pese a la tensión del momento histórico, los ánimos se relajaron cuando el sierense explicó su situación a los líderes de la revolución. Quizás avergonzados por su radical reacción, quizás simplemente haciendo gala de un poco de cortesía, los Castro y Guevara invitaron al sierense y a sus acompañantes a sentarse a su misma mesa y a compartir unas bebidas.

Nadie sabe de qué hablaron los tres guerrilleros y el asturiano, procedentes de dos mundos tan diferentes que nadie los ubicaría en un mismo planeta. Quizás Ernesto Guevara recordase a sus abuelos maternos, oriundos del pueblo burgalés de Medina de Pomar. Quizás Fidel Castro hablase de su padre, Ángel Castro Argiz, que había nacido en el municipio lucense de Láncara. Quizás, simplemente, hablasen del tiempo, aunque esto último parece poco probable.

Sea como fuere, alguien del local tenía una cámara de fotos, y a todos les pareció bien inmortalizar el momento en una instantánea, de la que el asturiano se reservó una copia para traerla consigo a su regreso a España. La despedida fue cortés, y el "Che" tuvo un detalle con su inesperado invitado: "Les invitó a las consumiciones", sostiene Canal.

Los años pasaron y la anécdota cobró dimensiones míticas. No está claro que el relato que le llegó a Canal reflejara con exactitud las cosas tal y como sucedieron, e incluso hay dudas de que ese cuarto hombre sea realmente nuestro sierense. Pero ya se sabe que cuando la historia se convierte en leyenda, es aconsejable imprimir la leyenda.

La fotografía pasó de mano en mano, entre los miembros de la familia del asturiano, aderezada siempre con un relato pobre en matices pero rico en mitología. Estaba la imagen, el testimonio gráfico, y el aura que rodeaba a dos guerrilleros convertidos en iconos y a un tercero que, siempre a la sombra, acabaría por cenar con el primer presidente negro de Estados Unidos. Justo después de que se eligiese un Papa argentino, tal y como había profetizado Fidel. Aunque el protagonista de la historia abandonó Siero años atrás, su familia mantiene vínculos con el concejo. Esto propició que una copia de la imagen acabara decorando la barra de un bar del concejo: Casa Cuqui, en Granda.

Fue hace ya algunos años. Al conocer la historia por boca del protagonista, los entonces propietarios de Casa Cuqui se quedaron impresionados. "Hicieron una ampliación de la fotografía y la pusieron sobre la barra", recuerda un parroquiano. Era la atracción del local.

Aquella foto ha desparecido, pero la mediación de Mario Canal ha permitido que otra copia de la original haya sido depositada en el Archivo Municipal de Siero. En el lugar reservado para los testimonios del pasado.

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