Aunque parezca mentira, el calor en Candás se sofoca con sardinas y por docenas. El tradicional festival, que ayer afrontó su XLVII edición comenzó con retraso no por problemas organizativos, sino porque los vecinos y visitantes preferían agotar las últimas horas de sol. "Con este calor cualquiera come ahora una sardina calentina, prefiero esperar a la muyer a que venga de la playa", comenta Luis Martínez, tras comprar un globo a una niña junto a uno de los puestos de sardinas. Allí, José Antonio Álvarez, conocido como "Veriña", sacaba a un plato las sardinas que recogía de la plancha, una a una y con mucho cuidado. "Están muy ricas", exclama el veterano cocinero candasín, que no se ha perdido ninguna de las ediciones del festival.

En la otra punta del festival, Alberto García también preparaba sardinas a la plancha. En su puesto tenían preparadas trescientos kilos del pescado más popular de Candás durante las fiestas de San Félix, que tocaron ayer a su fin.

El festival de la sardina es una fiesta de interés turístico regional y como tal consigue atraer cada año a cientos de personas. De hecho, encontrar una plaza de aparcamiento ayer en Candás era casi una odisea. "Está todo de bote en bote, vas a la playa y está llena, las calles, también y ahora, quizá sea pronto para la sardina pero en un minuto esto se pone a tope", indica la candasina María Suárez, que destaca que la fiesta de la sardina es su preferida de Candás y de Asturias. "Pillo unas farturas todos los años...", comenta entre risas.

Y entre sidra y, por supuesto, sardinas, pasó la jornada gastronómica que muchos candasinos y visitantes marcan en rojo en el calendario. "Hay que venir siempre a esta fiesta, es la mejor, comes y disfrutas de buena compañía", indica Pedro Menéndez, otro asiduo de la fiesta sentado en las praderías del paseo de San Antonio y con una sardina en la mano "para sofocar el calor".