"Hoy es uno de los días más tristes de mi vida". Así de rotundo se muestra el último presidente de la Sociedad Cultural y de Festejos La Isla, José Antonio Rimada, al constatar que la falta de relevo generacional ha dado al traste con las fiestas de San Pedro que había venido celebrando el barrio todos los veranos desde hace 15 años.

Rimada había advertido por activa y por pasiva de su intención de dejar el colectivo, debido fundamentalmente al cansancio provocado por la responsabilidad de tirar de la fiesta año tras año con el único apoyo de su mujer, Valentina Valdés.

Aunque es cierto que mucha gente colaboraba con la fiesta, también lo es que el peso de la organización recaía única y exclusivamente en este matrimonio, que fue uno de los fundadores de la fiesta hace 15 años.

El presidente comunicó a los socios del colectivo que no seguiría al frente, y en la asamblea no apareció ninguna candidatura, con lo que los asistentes a la asamblea acordaron clausurar la fiesta, disolver la asociación y donar el dinero que hay de superávit.

José Antonio Rimada, a través de un comunicado, dio las gracias "a los socios, colaboradores, amigos y en especial a mi esposa, Valentina Valdés, que sin su ayuda (pasar socios, vender lotería, rifas, etcétera) no podríamos hacer estas fiestas de San Pedro de La Isla".

La desaparición de la asociación implica también la desaparición de lo que se había convertido, sin duda, en una de las grandes señas de identidad y de unión del barrio. Tras nacer muy modestamente, la fiesta de San Pedro se había ido consolidando verano tras verano, con cada vez mejores propuestas y actuaciones, y con una prueba de sidra que convocaba a numeroso público. Situada en el calendario entre la fiesta de la calle San Antonio y El Carmín, la fiesta parecía formar parte inseparable del calendario veraniego de la localidad.

Y lo más importante, la asociación había conseguido reunir más de 600 socios del barrio, que ya consideraban como suya la fiesta de San Pedro. Ahora, salvo que alguien lo remedie, la Pola se ha quedado sin una de sus fiestas, que no por llegar de las últimas estaba entre las menos apreciadas, y el barrio habrá perdido la única gran cita festiva que aglutinaba a todos sus vecinos.