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MADRE OLGA MARÍA DEL REDENTOR | Priora de las Carmelitas Samaritanas de Valdediós

"Valdediós es un altavoz muy potente para anunciar el mensaje de Jesucristo"

"Ha sido un mes de mucho trabajo, pero lo que más nos ha costado es el desgarro afectivo de separarnos de nuestras hermanas de Valladolid"

La madre Olga María del Redentor, ayer, delante del Conventín. M. MENÉNDEZ

La bilbaína Olga María del Redentor es la priora de las Carmelitas Samaritanas, fundadoras de la comunidad que ha devuelto la vida al monasterio de Valdediós. Tiene un carisma especial. Conquista con su conversación y cercanía. Quizá son algunas de las claves para conseguir liderar una orden de clausura a la que no paran de llegar nuevas vocaciones. Ven en ella y en el resto de las hermanas su camino para ser felices siguiendo a Cristo.

-Hoy se cumple un mes de su llegada a Valdediós. ¿Qué valoración hace?

-Ha sido un mes muy intenso, de mucho trabajo, y el cambio es evidente. Tengo que destacar la ayuda de los guías, Yolanda y Roberto, porque cuando llegamos no sabíamos ni dónde estaban las llaves.

-¿Se encuentran aquí?

-Sí. Estamos en fase de adaptación, tenemos que cambiar hasta los horarios para acomodarlos a Valdediós. Hemos hecho muchas cosas, pero aún queda mucho por hacer. Poco a poco va tomando forma. Estamos muy agradecidas por la acogida de la gente. Vienen de Oviedo y Gijón los jueves por la noche (21.30 horas) para rezar con nosotras, y cada vez más, a la misa de 11 de los domingos.

-¿Qué es lo mejor del monasterio maliayés?

-La posibilidad de un horizonte amplio para anunciar nuestro mensaje de Jesucristo y el Evangelio a muchas personas. Valdediós es un altavoz muy potente.

-¿Y lo peor?

-Las dimensiones. Manejar este gran barco requiere un aprendizaje y estamos aprendiendo a vivir la vida de monjas en Valdediós.

-¿Llevan ya mejor la separación del resto de hermanas que se han quedado en Valladolid?

-Lo que más nos ha costado es el desgarro afectivo. El primer reencuentro, en Valladolid, fue el 30 de julio con motivo de la toma de hábito de la hermana Esperanza. Fue muy bonito. Ese mismo día ingresó en la comunidad la hermana Lucía. Tenemos que aprender a disfrutar de los reencuentros. El 9 de septiembre vendrán a Valdediós todas, incluso las tres hermanas mayores, que aún no han estado. Está previsto que ese día por la tarde también venga el arzobispo (Jesús Sanz Montes) y hagamos una ceremonia. Estaremos juntas y lo valoras mucho.

-Sorprende que en un momento de crisis de vocaciones, sean una comunidad de 33 hermanas y la mayoría jóvenes ¿Cómo lo consiguen?

-No lo sé. Creo que la cuestión es vivir, ser feliz y dar ese testimonio de vida. Internet te sirve para que te encuentren, pero primero tiene que haber una vocación. Pero, ¿por qué eligen nuestro monasterio? No sé contestar. Quizá por dar ese testimonio de vida, ser feliz, normales... Ser monjas es una opción de vida más. Es nuestro camino para ser felices, y lo somos.

-Usted escogió este camino hace 28 años. ¿Por qué?

-Siempre he tenido fe y en mi adolescencia me di cuenta de lo que no quería. Siempre he sido muy apasionada y con una sensibilidad artística que me inculcaron mis padres. Buscaba algo que llenara mi corazón por completo y que tuviera garantías de que no se iba a acabar. Me marcó mucho la película "Love Story", en la que el protagonista lo dejaba todo por amor, era todo perfecto, y ella, al final, muere. ¿Y ahora qué? Pensé que no me podía pasar a mí. Así que el único amor sin límites que me podía satisfacer, llenar y que sería eterno era el de Jesucristo. Fui perfilándolo y con 18 años entré en el convento de las Carmelitas Descalzas de Medina de Rioseco (Valladolid).

-Están en proceso de formación de un nuevo carisma. ¿Qué lo motivó?

-Fui Carmelita Descalza hasta 2012 y era muy feliz. Pero fui descubriendo la espiritualidad del Corazón de Jesús y se abrió un camino nuevo. Es mi camino para ser feliz y también el de mis hermanas. Es un planteamiento del cristianismo que no es nuevo, pero a lo mejor el problema es que se nos ha olvidado contar el mensaje así. La buena noticia es que Dios nos ama, pero con un corazón como el tuyo y el mío. A Él le afecta lo que nos ocurre a nosotros. Ése es nuestro carisma. Queremos contarlo y que la gente palpe que cuando tú lo vives así eres feliz, te llena y muestras esa alegría y plenitud. Somos Carmelitas Samaritanas por la sed de Dios de ese trato íntimo y afectivo con cada persona y del mundo, porque la gente tiene mucha sed y bebe de cualquier charco. Tenemos una clausura flexible precisamente que se adapta a ese servicio de dar de beber, que es nuestro cometido principal.

-¿Cómo recalaron aquí?

-No tenía ni idea de dónde estaba Valdediós. Pero una asturiana, de Gijón, que vive en Valladolid y rezaba con nosotras los jueves, como nos quedamos sin convento, se lo comentó a su padre. Él dijo que teníamos que venir a Valdediós, se lo dijo a su párroco y éste habló con don Jesús. Nosotras no lo buscamos, ha sido Dios quien nos lo ha puesto delante.

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