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Las monjas de Valdediós llenan de turistas el monasterio con la misa dominical

"Me encantó, voy a volver", aseguran del buen cantar de las samaritanas los visitantes, que aprovechan para comprar los productos del convento

Valdediós está más animado que nunca y este verano, cada fin de semana, se llena de turistas. Lo han conseguido las monjas carmelitas samaritanas, que habitan el monasterio desde julio. Son varias decenas de personas las que van a su misa el domingo. Ayer sin ir más lejos costaba encontrar hueco para aparcar a la hora de la eucaristía, y muchos de los que acudieron aprovecharon para realizar la visita guiada, que incluye el templo prerrománico del Conventín.

"Son una maravilla. Te animan a cantar y a vivirlo. Venimos aquí y salimos llenos totalmente", apuntó el madrileño José Ángel Perona, que, junto a su pareja Belén Gaitán, no quiso perderse la misa dominical de las once de la mañana en Valdediós, cantada por las hermanas. Gaitán es la directora del coro de El Álamo (Madrid) y tomó buena nota para incorporar algunas ideas. "Lo llevo todo aquí grabado", apuntó señalando el móvil.

Esta pareja descubrió a estas religiosas por internet, donde son muy activas. Aquí surgió el flechado. "Nos sorprendió su nuevo carisma y su acogida", explican. Veranean en Villaviciosa y en cuanto supieron que estaban en Valdediós no dudaron en ir a verlas, aunque ya las habían visitado en Valladolid. Incluso, unos amigos se alojaron en la hospedería y quedaron "encantados e ilusionados" por el trato recibido.

José Ángel Perona y Belén Gaitán participaron de la oración al Santísimo de los jueves por la noche. Para ellos también fue una experiencia "muy bonita". "Lloras de emoción y disfrutas del momento y del entorno", apuntaron. Incluso están pensando en viajar desde Madrid el 9 de septiembre para participar de la celebración que tendrán las samaritanas ese día. Está comprobado que quien va a misa a Valdediós, repite.

Remedios Crespo, de Pueyes, lo tiene claro: "Me encantó, voy a volver". María José Pablos, que fue desde Gijón acompañada de otras dos personas, coincidió: "Volveré y quiero venir unos días con una amiga a la hospedería y pasar unos días de paz". Lo que más le gustó "fueron ellas porque transmiten alegría y paz". No le defraudaron. Mientras esperaba, daba una vuelta por la tienda.

Tras la misa, el maliayés Jorge Otero también se acercó a la tienda donde venden productos de alimentación y artesanía. Lo hizo acompañado de su hermano, Pedrín Otero, su mujer, Merche Madrera, la hija de ambos, Lucía Otero, y su madre, Margarita Bedriñana. Compraron unas pastas de las Clarisas de Villaviciosa, que les despachó la hermana Marina, siempre con su sonrisa y dispuesta a ayudar. Galletas, repostería y mermeladas son los productos más demandados. Y reconoce que cada vez son más los feligreses que las acompañan en la adoración de los jueves y en la misa dominical.

Mari Paz Campa es de Casquita y desde que llegaron las samaritanas a Valdediós suele ir a misa al monasterio porque "es muy animoso y las canciones del final, a mí que soy muy romántica, me llegan al fondo del alma". Las religiosas dan "vidilla" al cenobio y su entorno. Con sus canciones y música "hacen la misa muy dinámica y amena".

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