Que las fiestas Sacramentales de Argüelles son la madre del cordero no lo duda nadie a esa orilla del río Noreña. Pero si quedaba alguna duda, quinientos romeros se encargaron ayer de disiparla, participando en una monumental corderada en el prau de la fiesta.

Las tareas para cocinar la ingente cantidad de comida comenzaron con las primeras luces. Porque no se trataba sólo de preparar cordero para todos, sino que cada plato llevaba, además, su ensalada y el indispensable chorizo criollo. Y de postre, especialidad de la casa: el aplaudido arroz con leche de Covi Hevia, casi tan célebre como les fabes de Argüelles. "Eso no puede faltar", comentaba un comensal con los ojos en blanco, a juego con el postre.

Con tal menú, no fue extraño que Argüelles se convirtiese en punto de peregrinación desde el este noreñense y el oeste. "Vengo todos los años", comentaba César Solís, representante de la vecina San Miguel de la Barreda, que compartió mesa y mantel con la familia.

A la hora del vermú, con el prau de la fiesta lleno hasta los mojones de hambrientos romeros, una veintena de voluntarios comenzó a repartir las viandas. A los mandos, el carnicero Roberto Fanjul, diestro con los cuchillos para partir, cortar y deshuesar el cordero. Todo a gusto de un consumidor agradecido, que aplaudía con las orejas al ver los manjares dispuestos en la generosa bandeja que dispensaban los voluntarios de la comisión.

Tras la comilona, regada abundantemente con sidra, llegó una prolongada sobremesa que algunos, los más audaces, encadenaron con la cena y la verbena. El resto se ausentó unas horas entre medias, quizás para echar una siesta y reponer fuerzas. Las fiestas llegan hoy a su día grande, con los actos religiosos y una sesión vermú que promete ser amena.