A las fiestas de Siero hay que ir... de cabeza. O de cabezona, si es a Santa Isabel. Porque la gran fiesta de Lugones recuperó ayer una de sus tradiciones más añoradas: el desfile de gigantes y cabezudos, que cosechó un éxito sobresaliente, descollando como una de las actividades que más repercusión ha tenido en esta edición de las fiestas.

La recuperación del desfile ha sido una apuesta fuerte de la Asociación de Festejos, que invirtió en torno a 5.000 euros en once cabezudos, dos gigantes y el vestuario para todos ellos. Un gasto que el colectivo ya daba por bueno al considerar que esos elementos podrán salir por las fiestas durante varios años, pero que, en vista de la multitudinaria asistencia al desfile de ayer, se puede considerar ya como una acertada inversión. Porque los gigantes hicieron las delicias de grandes y chicos. Sobre todo de estos últimos, que disfrutaron "toreando" a las máscaras, enfrentándose a ellas y huyendo de sus largas escobas.

Al éxito del desfile colaboraron, de manera decidida, los enmascarados: una pandilla de jóvenes de la localidad que se animó a colaborar con las fiestas de este modo. Aunque la intrahistoria de cómo estos chavales acabaron de enmascarados tiene su gracia. Todo empezó cuando Alberto García, un adolescente de Lugones, quiso ir de romería: "Era la fiesta de Viella y necesitaba que me llevaran. Se lo dije a mi padre, Javi García, y me hizo chantaje. Él colabora con la fiesta y me dijo que si quería que me llevara, tenía que salir de cabezudo. Acepté y se lo conté a mis amigos, que se apuntaron", relata el joven.

Los colegas estaban ayer en su salsa con las máscaras. Cocidos en su salsa, de hecho: "Dan mucho calor", explicaba Daniel Uría, quien, no obstante, daba por bueno el esfuerzo al ver el éxito entre los más pequeños. "Aunque alguno también nos da palos", añadía Ismael Díaz. Los jóvenes, con todo, valoraban positivamente la experiencia.

Tras el desfile, llegó la jira campestre, con los bollos repartidos por Festejos. Una jira como la que, a unos kilómetros al este, cerraba las fiestas Sacramentales de Argüelles. Una fiesta en la que la organización repartió 1.200 bollos preñaos para la celebración, y a la que no faltó el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, quien acudió a la localidad para compartir mesa con varios alcaldes de barrio del concejo, con los que mantiene una buena relación desde que fue alcalde. La merienda culminó con una gran verbena.