La localidad cabranesa de Incós volvió a aunar fiesta y deporte en la celebración de su cross popular, la subida al picu Incós y su jira campestre, dos acontecimientos que suenan ya a imprescindibles en el verano asturiano.

La carrera se celebra desde el año 1986 y la jira, desde 1991, año en el que la asociación cultural y deportiva "El Berizu" se propuso convertir aquella fiesta deportiva en algo más, en una fiesta por todo lo alto en la que participasen vecinos del entorno.

El presidente del colectivo, Manuel Ángel Bárcena, se mostraba ayer satisfecho con la participación, 131 corredores de todas las categorías, y también con el tiempo, que esta vez sí ayudó. Un buen día para correr y una buena noche para la fiesta, al contrario que el año pasado, cuando la lluvia y el viento a punto estuvieron de dar al traste con la fiesta.

El ganador absoluto masculino fue Martín Álvarez Espinar, de Piloña Deporte, que confirma su total dominio de la prueba: de las últimas diez carreras, ha ganado nada menos que ocho. Tras él llegaron José María Valdés, del Piélagos (Cantabria) y Arturo Prieto, corredor independiente.

En la categoría femenina absoluta la ganadora fue Marta Díaz Manzano, de la Universidad de Oviedo, por delante de Ana Cristina Aguado, del club Ocle, de Candás, y de Susana Álvarez Crespo, de Piloña Deporte.

Pero no solo ellos se llevaron premios. La organización repartió cerca de 70 trofeos entre los corredores mejor clasificados, y además sorteó 65 lotes de productos entre todos los participantes. La organización destacó sobremanera el trabajo de María Naredo y Ricardo Suárez para conseguir donaciones.

Con este despliegue de medios pocos fueron los corredores que se fueron de allí con las manos vacías. Y tras el sorteo de regalos y la entrega de premios comenzó la merienda bajo la carpa, en las mesas que compartieron cientos de comensales, muchos del propio concejo, pero otros llegados de muy diversos lugares.

Fue el caso de Pilar Fernández, "la Cántabra", que reunió alrededor de tortillas, bollos preñaos, empanadas y quesadillas a gente de Torazo y de otros pueblos de Cabranes, junto a otras personas llegadas de Madrid.

Y sin casi tiempo de llegar al postre ya sonaban las notas de las orquestas de la gran verbena en el prau: "Dominó" y "Versión Original" animaron el cotarro hasta bien entrada la noche. La culminación de la fiesta llegaría a las doce y media de la noche, con el castillo de fuegos artificiales.