El "Eccehomín" nunca tuvo tanta compañía en su descenso a la iglesia parroquial. Miles de fieles acudieron anoche a Noreña para participar en la "bajada del santu", la procesión nocturna que abre las celebraciones religiosas de la fiesta del Ecce-Homo. Una procesión que fue la más concurrida en varios años y que confirma la fiesta noreñense como uno de los mayores fenómenos religiosos del centro de Asturias.

Ya antes del inicio se barruntaba que la procesión iba a ser multitudinaria. Se percibía el movimiento en las calles y los coches ocupaban cada centímetro de vía. El hecho de que la bajada coincidiese en fiesta y el descenso de temperaturas, hasta dejar una noche de lo más agradable, también invitaban a pasar por la Villa Condal.

Pero nadie podía anticipar la auténtica marea humana que, a su paso, colmaba las calles por las que discurría la procesión. La devota cadena de almas era tal que, cuando los primeros eslabones asomaban por el cruce de La Mata, los últimos estaban aún anclados en la capilla de la Soledad. Aún más: cuando la venerada imagen del Ecce-Homo pasaba junto al crucero de la principal plaza de Noreña, las luces del vehículo de la Policía Local que cerraba la procesión titilaban en el entronque de la calle de Pedro Alonso con El Truébano.

Los fieles tardaron una hora en completar la "milla santa". En el tramo final, el seguimiento fue aún más abrumador, pues muchos fieles esperaban al santo en el entorno de La Cruz y el paseo Fray Ramón, que luego acogería gustoso el retorno de los fieles que, aprovechando la buena noche, se pararon a tomar un refrigerio.