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Muñó y Granda ganan por el estómago

Las dos parroquias sierenses celebraron el día del bollu en la jornada más concurrida de sus respectivas fiestas de Nuestra Señora del Rosario

Sonia Rodríguez entrega el bollo a Nicancor Menéndez, en Muñó.

Nada mejor que conquistar el estómago para crear adeptos. Las parroquias de Granda y Muñó lo demostraron ayer en el día del bollu de sus respectivas fiestas en honor a Nuestra Señora del Rosario, que en ambos lugares tuvieron un sonoro éxito. Las dos parroquias comparten un formato que no es muy habitual en las fiestas patronales: un emplazamiento de asfalto bajo una carpa y junto a un edificio público.

El reparto del bollu tiene una característica especial en Muñó. La comisión, según explica su vicepresidenta, Sonia Rodríguez, Alonso, reparte entre sus 550 socios otros tantos bollos, acompañados de una botella de vino y una casadiella. La singularidad radica en que, si bien todos están preñaos, no todos tienen el mismo relleno. Uno de ellos lleva una morcilla. Y no es para fastidiar, sino todo lo contrario, porque quien se la encuentra se lleva un regalo sorpresa, siempre relacionado con el estómago, ya sea una empanada, una tarta o alguna delicatessen similar. Para ello solo es preciso presentar el bollu antes de medianoche.

En Granda la peculiaridad es bien distinta y está relacionada con la gestión del reparto de bollos. El presidente de la comisión de festejos, Rubén Rodríguez, "El Pintxu", aclara que su colectivo no hace socios, porque así lo manda la tradición. La comisión se dedica días antes de la fiesta a vender los vales para el bollu entre los vecinos, y hay que decir que la venta siempre tiene éxito. Este año se vendieron 650 vales, más algún otro bollo que repartieron entre sus colaboradores.

Pero no se queda aquí la cosa gastronómica en Granda. Porque desde hace cuatro años, cuando se hizo cargo de la fiesta la nueva comisión, una parrilla humea de la mañana a la noche bajo la carpa de la fiesta: allí se cocinan costillas y chorizos, y el éxito es considerable. "A la gente le gusta mucho, y tiene la ventaja de que da más ambiente a la fiesta; si no estuviera, mucha gente marcharía, pero al haber parrilla, las familias comen aquí y se quedan todo el día", concluye El Pintxu.

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