La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De Aquí A Lima

El anglicismo colonizador

El festival "Siero Vive" ofreció "food trucks, break dance, skate y dj's", una muestra de cómo los préstamos del inglés se abren hueco a codazos ante un acomplejado español

El anglicismo colonizador

Con 11 años, mi hijo mayor contó que estuvo a punto de "hacerle spoiler" a un compañero de clase con el Episodio VII de Star Wars. Con esas palabras y con la impávida naturalidad de quien utiliza un término de uso común expresó que casi le desvela un pasaje importante de la película. Al poco tiempo definió como "un fail" un error inocente y simpático que había cometido otro amigo.

La primera vez que yo recibí un correo electrónico cuyo asunto era FYI (siglas de "para tu información", en inglés) creí que era una errata provocada por el autocorrector. No hace mucho tuve que buscar el significado de otro acrónimo, ASAP, con el que terminaba el mensaje que me envió un jefe. Era As Soon As Possible (tan pronto como sea posible). En castizo, "cagando leches".

La exitosa iniciativa "Siero Vive", que se desarrolló en La Pola la semana pasada, ofrecía en su cartel "food trucks, break dance, skate y dj's". Y casi todos los pinchadiscos y los grupos que actuaban tenían nombres en inglés. Es el latido lingüístico de una sociedad deslumbrada por los anglicismos.

El mundo globalizado y las multinacionales tienen al inglés como lengua madre y han instaurado en España y en Latinoamérica un spanglish que conquista cada vez más terreno léxico ante la estulticia rampante de los hispanohablantes.

Hoy nadie puede presentarse en la oficina de una compañía de medio pelo sin saber que muchos llaman budget al presupuesto, que los planes de negocio son business plans; que el punto de beneficio se denomina breakeven y, la diferencia, gap; que un update es una actualización; que un guión se llama briefing; que si entregas después del deadline te despiden; que un buen negocio para ambas partes es un win win; que tomar un café es hacer un break y que ir de cañas al terminar es un afterwork. Ya no hay ejecutivo -perdón, CEO- que se precie que no sepa trufar su discurso con anglicismos como anyway (en cualquier caso) o whatever (lo que sea). Si no lo hiciese, nadie le consideraría cool (guay) ni easy going (cercano y agradable).

Los anglicismos se extienden como el galipote sobre el español mundano. Hace poco no empleábamos estos términos, pero hoy llamamos runners a los corredores; a las autofotos, selfies; a las oportunidades, outlet; a los saldos, stock; a la trastienda, backstage; a las sensaciones, feelings; a vestir informal, casual; a la chica que marca estilo, it girl; al apasionado de la moda, fashion victim; a la imagen, look; a lo que está de moda, trendy; a la contraseña, password; al saber hacer, know how; al recuerdo, flashback; a la tormenta de ideas, brainstorming y al deportista destacado, crack.

El mundo audiovisual de detrás de las cámaras está repleto de préstamos del inglés: highlights por resumen, stand up por directo, play out por envío, emisión simultánea por simulcast, respaldo por backup... Pero el de delante del televisor, también. La secuela de una serie es un spin-off, los instructores de un concurso son coaches, el programa de personajes, reality; el nocturno, late night; el de variedades, talent show; la selección de personal, casting; y la hora en la que más importa el share (audiencia), prime time.

Los anglicismos colonizan nuestro lenguaje alimentados por la sensación de suficiencia de quien los emplea, que percibe que refuerzan su discurso y se siente más interesante. Y mientras, el español, una lengua de digestión pesada y evolución lenta, se desalma, inhibida, arrinconada por la comodidad léxica, los neologismos y la tontería.

Al castellano con el inglés le ocurre como al asturiano con el español, que tiene complejo de inferioridad. Gracia Noriega dejó escrito que "el asturiano suele apreciar poco lo suyo y es bastante displicente con las cosas asturianas". Lo mismo le ocurre al español cuando tiene delante al verbo "to be".

El uso estropea el lenguaje, y más cuando no es el propio. Así, si empleamos ante un anglófono algunos supuestos anglicismos nos mirará como las vacas al tren. Ni parking, ni puenting, ni auto-stop, ni camping tienen el sentido que le damos los españoles. Tampoco hacer zapping, que en inglés es algo así como "despachar". Para el salto entre canales emplean hopping.

En un planeta en el que hay cada vez más hispanohablantes, 560 millones según los últimos datos de Instituto Cervantes, el idioma crece contaminado. Víctor García de la Concha, director del Instituto que sitúa al español como segunda lengua materna del mundo tras el mandarín, asegura que el idioma se ha empobrecido por falta de lectura y de educación. Y por su escasa resiliencia al idioma de Shakespeare.

Algunos términos ingleses no tienen traducción en español. Toe (dedo, si es del pie) es un ejemplo. Conste que también sucede al revés: en inglés no hay sustantivo para "estrenar". Y la revolución tecnológica nos ha colmado de préstamos del inglés (wi-fi, roaming, streaming, whatsapp, bluetooth o spam) y de otros que hemos hecho nuestros sin anestesia: likear o googlear.

El problema son las palabras que para instalarse desplazan a otras equivalentes. A mi hijo le hubiese servido "destripar", un término que figura desde 1884 en el Diccionario con el sentido de anticipar un desenlace. Lo preocupante, tomando prestadas palabras de Álex Grijelmo, no es que lleguen anglicismos, sino que se rodeen de cadáveres.

La RAE lanzó en mayo una curiosa campaña contra los anglicismos en publicidad. Creó dos anuncios en los que se ofrecía la colonia "Swine" y unas gafas de sol "blind effect". Los espectadores no reparaban en que el perfume se llamaba "Cerdo" y que con las gafas "efecto ciego", opacas, no se veía ni para escupir. La campaña fue elogiada por los hispanistas y se hizo viral. Leí una entrevista a su coordinador, el novelista y académico José María Merino. Casi todas las veces que se refirió a los anuncios los llamó spots.

Compartir el artículo

stats