La Danza del Portal, una de las tradiciones más asentadas en Villaviciosa, va a más. La edición de ayer experimentó un aumento de la participación. Tomaron parte en la danza en la plaza del Ayuntamiento 68 parejas, cuatro más que el año pasado, dirigidas por Ana González.

La tradición atrae a cada vez más gente a esta celebración nacida en el año 1953 por iniciativa de Ramón Rivero y Juan José Renedo, que le pusieron letra a una salve perteneciente a los monjes franciscano, y que un año más tarde se escenificó con una coreografía de María Jesús Corripio. Lo más atractivo hoy de esta danza es que da cobijo a gente de todas las edades. El más veterano es Faustino Sanz, que empezó a danzar en 1954 cuando tenía 19 años y que ayer seguía participando a los 81, no solo danzando sino también llevando el ramu en la procesión. "No vine todos los años, pero desde hace doce no falto nunca, me gusta la Portalina; aunque soy de la Villa, vivo en Ceceda, y todos los años vengo a danzar", explica.

Entre los más jóvenes están Alejandro Rodríguez Simón y Rebeca Pérez Alonso. "Mi madre se llama María del Portal, y el año pasado dancé por primera vez en su honor, con mi hermana; en mi caso, la tradición viene de casa. Entonces me gustó y este año convencí a mi novia para que me acompañara", explica Alejandro.

La fiesta comenzó a las doce del mediodía con la misa solemne en la iglesia parroquial, cantada por el coro parroquial. Una vez acabado el oficio, comenzó la procesión de la Santina del Portal por las calles de la Villa, hasta la plaza del Ayuntamiento. Participaron la Banda de Música de Villaviciosa, la Banda de Gaites Villaviciosa-El Gaitero y el Grupo Folclórico Villaviciosa-Aires de Asturias.

Además, en la bajada desde la iglesia, la imagen se detuvo a la altura del monasterio de las Clarisas, que cantaron una salve en honor de la Virgen.

Ana González explicó que "la danza del Portal forma parte de la tradición no solo por el tiempo que lleva ejecutándose ante la Santina del Portal, sino también porque enlaza con otra más antigua, aquella que recorría, abierta, las calles de la villa reclutando gente, para cerrarse en círculo junto a la Iglesiona, o en cualquiera de las plazas de la calle del Sol y del Agua". Sea como fuere, la tradición sigue viva y cada vez más asentada.