La faba asturiana se puede comer todo el año. Los productores recogen la legumbre entre últimos de verano y principios de otoño, según cómo haya ido la temporada, y después la secan para conservarla y ponerla a la venta cuando se requiera. Esa es la faba que se come habitualmente, pero hay otra faba mucho más escasa y selecta que solo se da durante un tiempo corto, entre finales de agosto y principios de octubre: la faba fresca.

El producto se recoge y, direcrtamente, se pone a la venta, sin secar. Las primeras de la temporada han aparecido ya en el mercado poleso, bajo los aleros de la plaza cubierta. Beli Muñiz tiene en su puesto fabes en fresco de Peñaullán (Pravia), que tienen un éxito considerable.

Según explica, la faba fresca requiere un tratamiento distinto de la convencional. "Estas no hay que meterlas a remojo; como no perdieron humedad, basta con meterlas directamente en la pota a cocer, y en hora y media están ya cocidas; hay mucha gente que cuece el compango aparte, porque, si no, en tan poco tiempo, puede que la carne te quede un poco dura", dice.

La diferencia con la faba de siempre radica en que "en estas no notas la piel, son más suaves; otras, por muy finas que sean, tienen una piel que se nota; estas no hacen daño al estómago", asegura la vendedora.

También hay una diferencia con respecto a la conservación. "La faba fresca no se conserva bien. Si no las vas a cocinar inmediatamente, puedes meterlas en la nevera, pero te durarán dos o tres días nada más; para conservarlas para más allá hay que meterlas en el congelador", explica. De hecho, hay mucha gente que compra faba fresca en temporada y la congela inmediatamente para tener reservas para todo el año.

También es cierto que la faba fresca sale, en proporción, más cara. Porque, aunque sale a ocho euros el kilo, frente a la faba seca, que alcanza los 11 o 12 euros, también cunde menos. "Un kilo de faba seca, cuando lo metes a remojo, aumenta, y te da para siete u ocho personas, mientras que la fresca te cunde la mitad", dice Beli Muñiz.

Este año la faba viene con algo de retraso, debido a las lluvias de la primavera, que obligaron a muchos productores a retrasar la siembra. Por otra parte, el calor y la falta de lluvia del mes de agosto han secado parte de las plantaciones. En ese mes se requiere algo más de lluvia de la que vino. Y ahora conviene que no llueva demasiado para que no se estropeen. Como se sabe, les fabes de la granja son un producto delicado. Por eso y por su sabor están tan bien cotizadas.